Las agujas del reloj

          Hay veces que, por puro arte de llevar la contraria, las agujas del reloj giran en sentido inverso aspirando a borrar las huellas dejadas por el tiempo aplicando una brisa tramposa. También lo hacen muchos mecanismos y cachivaches variopintos, en cuyos manuales de uso, imposibles de leer, ya se avisa de la aviesa forma de proceder. Gire en sentido contrario a las agujas del reloj, se indica. Como si la física fuera maleable y las personas no fuéramos mareables. 

          Después de todo, el relativismo griego quedó superado de largo por la posverdad moderna y el deliberado ejercicio de ingeniería social consistente en que nada signifique nada. Nunca una sociedad fue tan moldeable a los gustos del «ingeniero o ingeniera» que aquella que no consigue tener claro, ni siquiera, el sentido en el que corren las agujas del reloj.

          Se nos augura un otoño casi apocalíptico, en función de si llega o no el apocalipsis y, por supuesto, si hay un próximo otoño y no retrocedemos a una sorprendente y anticipada primavera en septiembre. Nosotros, los ciudadanos de a pie debemos manejar esa incertidumbre, como aquellos malabaristas que con sus palos y extremedidades sostienen y hacen bailar los platos en el aire con una sonrisa resignada.

 

   

          Vivimos una guerra en Europa, soportamos una inflación nunca vista desde  hace casi medio siglo, financiamos niveles de paro estratosféricos y estamos aun atenazados por los efectos sanitarios de una pandemia sin precedentes desde 1918. Vivimos en un mundo polarizado, ideologizado, engañado, con riesgos geopolíticos, demográficos, ambientales, con autocracias en crecimiento y, seguro es, que nos caerá otro meteorito tamaño dinosaurio un día de estos.

          Quizá por eso, nos gusta pensar que las agujas del reloj pueden girar hacia atrás si así lo queremos. Y esa, puede que sea la razón por la que las calles están a rebosar de gente gastando dinero, las agencias de viajes no dan a basto, la ocupación hotelera es del 100% en muchos lugares y, todo ello, contradiciendo la física, la lógica e incluso la hermenéutica. Porque si no es eso, es que ya estamos en otra fase: la de no me creo nada. 

3 opiniones en “Las agujas del reloj”

  1. Te ha faltado «ingeniere».

    Me alegra ver que, cada vez más, te acercas a la epostemología leslutheriana (https://youtu.be/p9ZdeARKTzE). Si lo piensas, no hay otra salida.

    Ya lo dijo D. Alberto (Einstein): «solo hay dos cosas infinitas, el universo y la estupidez humana, y no estoy muy seguro de la primera». Y, si seguimos sus contribuciones a la Física, sí que se puede ir en sentido contrario a las agujas del reloj.

    Diría más: en contra de la moda estadística (el valor más repetido en una serie). Con lo que me gusta ir contra corriente… Y lo sabes.

    Un abrazo Miguel Ángel

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