El día después

          Lo peor, sin duda, vendrá el día después, cuando respiremos aliviados por el fin de la pesadilla. Así como los alemanes abrieron los ojos con espanto en el verano de 1945, a muchos de los que no han querido ver el destrozo de nuestro país les tocará pagar las consecuencias. De hecho, las vamos a pagar entre todos y, mucho me temo, que a un precio muy doloroso. Ni siquiera podemos estar seguros de que la reconstrucción sea posible, no al menos, para devolver la unión y la confianza entre españoles e instituciones a corto medio plazo.

          Los griegos entraron en Troya a través del conocido engaño del caballo de madera. Nosotros, dejamos que una peligrosa organización criminal se hiciera con el poder el 18 de junio de 2017. Y que, ademas, desde dentro les abriera la puerta a todos los enemigos para que saquearan y destrozaran con gusto y con el beneplácito del poder. En una década los cimientos de cualquier fortaleza se acaban resquebrajando y, ciertamente, con el peligro de venirse abajo con todo lo que contiene. Hasta el último día esquilmarán, mentirán, esconderán, y harán todo el daño posible antes de caer.

          Lo peor decía, vendrá sin duda el día después. Cuando los desgraciados que hereden el mando encuentren la desolación presupuestaria y de la deuda; el roto territorial; la indefensión legal del Estado; la maraña de leyes hechas a medida para dejarnos en pelotas; la desigualdad; el odio entre las dos Españas creado por el famoso muro y, otra vez, la caja vacía y la confianza por los suelos. No quisiera yo tener la responsabilidad de levantar de nuevo ese país desde la sima del pudridero en el que nos van a dejar, si dios quiere, no dentro de mucho.

          Será peor porque el enemigo ya sabe y sueña con ello, que las medidas a tomar serán durísimas en todos los órdenes. Por supuesto, el que nos toca en la cartera, pero no solo. Habrá recortes, derogación de leyes escritas por un simio para alimentar a sus perros, habrá dolor y lo pasaremos mal. Entonces, les tendremos otra vez en las calles al grito de no pasarán, fuera el fascismo, a las barricadas y, todas esas cosas, que no dicen ahora mientras se pulen el futuro en putas, en juergas y dádivas para sus socios que, conscientes del final, les chuparán hasta la última gota de nuestra sangre.

          Solo nos separa de la primavera de 1936 el hecho de que estamos en la Europa del siglo xxi, pero de todas formas, convendría a muchos leer Historia con mayúsculas. Conocer al PSOE de verdad, aquel de Largo Caballero de quien nuestro presidente dice ser un modelo a seguir. Y vaya si lo sigue. Aquel consiguió lo que quería y anunció: «O gobernamos nosotros o guerra civil». Tuvo su guerra y la perdió. O mejor dicho, la perdieron todos los españoles que es, a la postre, lo que va a ocurrir a partir del día después.    

Tanto monta, no monta tanto

          Tanto monta, monta tanto, Isabel como Fernando. Es una conocida frase para aludir al hecho de que lo mismo daba una que otro, los dos eran iguales. Ese ha sido y viene siendo el argumento embustero e interesado para excusar a los corruptos y darles siquiera una leve pátina de víctimas. Para ello, nada mejor que atacar a los señores gordinflones que lucen sombreros de copas y fuman puros mientras tocan el trasero de las muchachas. Es decir, la fachosfera. Esta izquierda es tan original y moderna en sus argumentos que no deja de sorprender.

          Los corruptos zurdos son malos, pero con presunción de inocencia, lo que hay que investigar es a los corruptores diestros que son los malos del tirón, sin presunciones ningunas. Es de un naif tan estomagante que produce alguna que otra arcada. Estos son los argumentos de quienes no han currado nunca en una multinacional, ni en ninguna parte, ni conocen como funciona el juego de las mordidas entre el sector público y las empresas privadas. Claro que para que uno cobre hace falta otro que pague; para esa conclusión no hace falta aprobar la EBAU.

          Yo he sido directivo a nivel nacional, e internacional en algún caso, en 4 multinacionales del sector sanitario y telecomunicaciones. 25 años entre las 4 corporaciones. Nunca vi un solo euro en metálico. En ninguna de ellas había un personaje que fuera conocido por ser el custodio de la caja, ese sitio del que sacar las mordidas para los corruptos. Supongo que en el sector de la obra pública debe ser más fácil, o se mueve más cash o se hace alguna ingeniería financiera en negro. Aunque por muy grande que sea una empresa, sacar medio quilo en metálico y justificarlo no es, ni de lejos, coser y cantar. 

          Lo que sí aprendí en aquellas empresas es cómo funciona el mecanismo de inicio. Recuerdo a cierta señora, en la Andalucia de asar las vacas, como me decía sin pudor: esta adjudicación dicen los técnicos que es para vosotros por ser la mejor oferta económica y técnica, y acto seguido añadía: te voy a dar el nombre de la fundación del partido donde tienes que transferir el 10% del contrato.  No sé si lo ven, pero se lo traduzco: el corrupto pidiéndole a la empresa que si quiere vender lo corrompa. Me negué a pagar nada en ninguna parte y, como es lógico, pagué las consecuencias. 

          Aquella socialista, gordita y agresiva, que en la cárcel esté, se pasó por el forro de las enaguas el informe técnico y económico y nos quitó el contrato para darlo a alguien más complaciente con los intereses de la Marizú Mopongo, por entonces, tesorera del asado de vacas, los bares de luces de colorines y el espolvoreado de narices. Eso sí, le metí un contencioso administrativo en el juzgado y, ¿saben qué?: me llamó por teléfono al más puro estilo Gotti, para amenazarme con la ruina y no recuerdo cuántos escupitajos más. Ese es el estilo de estos corruptos: el que te llega y te obliga a corromperlos o sobras en el negocio.

La razón de ser

          La razón de ser es el fundamento que justifica lo que hacemos, el motivo que nos llama a la acción. Cada persona, incluso cada grupo, actúa en función de ello, o elige un elemento central que vertebre su forma de proceder. Por ejemplo, si uno es socialista cree en la igualdad y en el Totus Tuus. Ello significa, sobre todo, luchar contra la pobreza y erradicar las carencias de las clases más desfavorecidas. Aupar a los que deambulan sin rumbo o sin oficio ni beneficio, por la razones que, sobrevenidas o provocadas, se den en cada caso.

          Es una labor noble. ¿Quién no querría una sociedad sin pobreza ni necesitados? Todos aspiramos a vivir en un mundo mejor, a prosperar y a ver nuestros sueños realizados. Cuando esto no ocurre, que es lo más frecuente, es necesario que entre en juego el socialismo y trate de atenuar las diferencias entre los que se quedan atrás y los más aventajados. La gente se aventaja, a veces, por las razones más variopintas. Algunos incluso porque destacan en lo suyo, o curran más y mejor que otros, pero estos no necesitan apoyo socialista, al contrario, hay que descargarles de resultados para repartirlos. 

          Pensaba esto, porque la razón de ser de cada ideología, de cada acción, o de cada conducta individual o grupal necesita que el Letimotive sobreviva y suene de fondo constantemente. Lo hemos visto, por desgracia, en el narcotráfico. Si nadie consumiera drogas no existiría ni la producción ni el mercado de las drogas. Es lógico pensar que al narcotraficante, al camello, e incluso al productor en la selva de Bolivia le interese que siga habiendo drogadictos, muertos, asesinatos y tragedias derivadas de su labor. O que si palman sean reemplazados por nuevos adictos.

          Esto se puede aplicar a prácticamente toda acción: al juego, al alcohol, a la pornografía y, obviamente, al socialismo. En un país donde todo el mundo prospere por sus propios medios, emprenda, gane un buen dinero y viva bien, la razón de ser del socialismo se desvanece. Y, sí, ya lo sé. Usted dirá que eso es utópico y por eso se necesitan socialistas que lo compensen. Lo vemos cada día: desde las altas instancias se da trabajo a la prostitución, se consumen sustancias, se alienta el servilismo y se compran voluntades. Se enorgullecen no de cuántas empresas nuevas se crean, sino de cuántos miles de personas más están recibiendo subsidios.

          Tiene toda la lógica. Vicent Van Gogh ya descubrió en su conocida obra «Los comedores de patatas», la dureza del trabajo obrero durante la Revolución Industrial. Tuvo que escuchar tantas gilipolleces que decidió, poco después, cortarse una oreja. La cuestión es bien sencilla: ¿Si la razón de ser del socialismo son los comedores de papas, usted qué diría que va a defender y  a tratar de que nunca falte? Ya le doy yo una pista: al socialismo no le interesa la gente aficionada al jamón de bellota y al caviar beluga, porque eso es materia reservada solo para ellos. 

 

            

¿Por qué son tan fachas?

          Es incomprensible que un país como España tenga una derecha política como la que tenemos. Tan injusta y embustera con el «impoluto» partido sanchista, o sin el impolo. Solo se entiende desde el resentimiento por haber ganado las elecciones y que no se les permitiera gobernar. La derecha no se conforma con haber tenido más votos que ningún otro partido, sino que tienen que poner en solfa la legitimidad de quienes llegaron al poder negociando con todos, aún siendo los perdedores. Y, por todos, me refiero a todos. Terroristas incluidos y asesinos de miembros del propio PSOE, y después de haberlo negado hasta la saciedad. 

          De ahí deriva esta oleada de fango de la fachosfera que impide a los sanchistas gestionar a sus anchas los dineros públicos en las cafeterías y los clubs de alterne. Por culpa de la derecha y la ultra derecha hemos tenido que arrastrar a todo el país por media Europa para comerle el culo a un delincuente como Puigdemont. El pobre enamorado se ha visto obligado a cambiar de opinión muchas veces, no una vez, sino todas las veces y las que haga falta. ¿Cuánto trabajo le costó al electricista gordinflón ir a Waterloo en primera clase contando billetes de las mordidas? La derecha nunca reconoce el enorme trabajo hecho a base de electricidad y fontanería. 

          Uno de los fachas más denostados fue Albert Rivera cuando ejercía en la política. Un iluminado que dijo que el gobierno estaría en manos de Sánchez y su banda. Una banda con un solo objetivo: saquear el país a costa de lo que fuera. Y el muy facha, no contento con eso, señaló a un simple portero de puticlubs, a un cliente habitual de los servicios de chicas, y al regordete calladito como los miembros de la banda. Y todo porque él no iba a formar parte del gobierno. Y se piró y dijo: «que os den, que ya los conoceréis cuando llegue el momento».

          Fue por eso, y no por otra cosa, por lo que los jueces, los periodistas, y la media España fascista empezaron a atacar al pobre enamorado. Por eso, y porque es muy guapo y alto y tiene una mujer rubia y un hermano músico, qué más se puede pedir. Son razones para que más de la mitad de un país de 50 millones de personas quiera quitarle el poder. Por suerte, no todos los fascistas y xenófobos son malos. Junts, por ejemplo, aún siendo la ultraderecha más reaccionaria de Europa apoya al enamorado, y no están dispuestos a dejarlo caer. Un acto de valentía y sentido de Estado que nos cuentan con un pinganillo y un traductor para entendernos mejor.

          El jueves vi al enamorado por la tele, un poco demacrado. «Yo estoy bien», dijo después de que en la dana palmaran más de 200 personas y lo sacaran a palos de allí. Pero hay algo que no me está gustando de él. Su patología compatible con diagnósticos psiquiátricos descritos en el manual DSM-5. Parece que le está afectando más de lo habitual. Quizá usted no se dio cuenta, porque el enamorado tiene mucho arte, pero ese día se sacó la chorra en directo por la tele y echó una larga meada en el careto de sus votantes que, siempre bien agradecidos, disfrutaron de esa ducha con la que les bendice el one, con cara de póker y mientras por dentro el muy felón se descojona de la peña. 

 

Saramago, ceguera y totalitarismo

          El gran escritor, Premio Nobel de literatura, José Saramago escribió en el año 1995 una obra singular titulada Ensayo sobre la ceguera. Recuerdo que la primera vez que la leí, cosa que he hecho dos veces, pensé en lo fácil que sería que algo como la pandemia blanca ocurriera en nuestras vidas, y lo poco que tardaríamos en ver efectos idénticos en la sociedad. Una pócima nebulizada desde los gobiernos capaz de obstruir cualquier vestigio de luz en el cerebro de gran parte de la población.

           Personalmente, y después de la rachita que llevamos, estoy convencido de que la maquinaria de ingeniería del condicionamiento social ha logrado efectos similares. Por un lado, una gran cantidad de rebaño inmunizado. Da igual lo que llegue a la opinión pública, como ocurre en las sectas, el individuo ha sido anulado y su razón ya no rige por criterios de objetividad u observación: lo único  que actúa es el sectarismo y la obediencia ciega. No niego, y solo hay que ver a esos pobres ministros arrastrados por los medios, también el miedo. En Alemania, después de la II Guerra Mundial, fue necesario un proceso de desnazificación con grandes masas de población superviviente.

          Por otro lado, una perturbadora puesta en escena de las acciones más abyectas y contrarias a la decencia democrática, pero que se pretende que se den por buenas. Todo, siempre que el sanchismo no acabe. Idéntica maniobra a la usada por el nacional socialismo hasta su hundimiento. El disidente es aniquilado o silenciado, cualquier maniobra sicaria es válida, y por todos los medios intentar ocupar las instituciones sin límite y sin respeto al reparto de poderes democráticos. 

          Pensaba esto porque en la España del sanchismo (o nuevo fascismo si prefieren), ya estamos en ese nivel. Obvie usted decir nada de las mil tropelías de la mafia porque solo encontrará 3 palabras: bulo, fango y ultraderecha. Un mantra en forma de trío que ocupa toda la capacidad sináptica de unas redes neuronales que, quizá como ocurriera con el pasado apagón, han colapsado en algún momento y nunca sabremos el porqué, ni de lo uno, ni de lo otro. Y casi mejor renunciar al intento, su única salvación será el suicidio colectivo o la dessanchificación, cuando descubran que han formado parte de un intento de destrucción de su propio país.

          La sociología moderna lo acabará estudiando en el futuro. Cómo un Estado de derecho pudo estar a punto de sucumbir  y autodestruirse con el beneplácito de buena parte de la población. Sosteniendo en el poder al Jocker enloquecido, capaz de inventar realidades paralelas con el único objetivo de esconder su siniestras maniobras.

Otro León socialista

          Hay gente que, después de todo, tiene mucha suerte. No paramos de llenar los noticiarios con apagones apocalípticos, papas que mueren, cónclaves, guerras o amenazas de nuevas guerras… En fin, un abanico de novedades XL que sirven como decía, afortunadamente, para que la olla de merdés locales en la que nos cocemos a fuego lento nos parezca una cosa anodina e insignificante. Que procesan al hermano del presidente, bah… envido. Que el juez llama a declarar al gobernador civil de Madrid y a un ministro… Puaj, tonterías de fachas… Y así todo.

          Por la banda izquierda andan esta semana a otras cosas, tirando cohetes con León XIV por ejemplo, porque según la conocida sabiduría de lo que esta gente aprende escuchando el violín, Prevost Martínez ha elegido ese nombre porque es progre como lo fue León XIII a finales del siglo XIX. Lo cojonudo es que lo dicen y te miran como diciendo: «¿Cómo te has quedao bacalao?». Y si te ven cara de poco convencido con el argumento te sueltan un: ¿No has leído la encíclica Rerum Novarum? Porque está clarísimo que este es socialista como lo fue aquel.

           Total, pensarán en su talentosa manera de enfocar las realidades alternativas, qué importa que votara en varias primarias del partido Republicano de USA hasta 2016, pelillos a la mar… Errores de juventud ya que solo tenía unos sesenta y tantos años por entonces. Nada para un papa. Lo importante es que siga la línea de León XIII, que para eso nos ha enviado una señal al elegir ese nombre. Claro que también se podía haber puesto Paco II, pero no, ha sido más sutil a la hora de elegir y si no, solo hay que leer la encíclica mencionada para comprender.

          Confieso que yo ya la había leído hace algún tiempo, y de ahí mi perplejidad combinada con el descojone. Son muchos su grandes pasajes como este: «Los socialistas, atizando el odio de los indigentes contra los ricos, tratan de acabar con la propiedad privada de los bienes, estimando mejor que, en su lugar, todos los bienes sean comunes y administrados por las personas que rigen el municipio o gobiernan la nación. Creen que con este traslado de los bienes de los particulares a la comunidad, distribuyendo por igual las riquezas y el bienestar entre todos los ciudadanos, se podría curar el mal presente. Pero esta medida es tan inadecuada para resolver la contienda, que incluso llega a perjudicar a las propias clases obreras; y es, además, sumamente injusta, pues ejerce violencia contra los legítimos poseedores, altera la misión de la república y agita fundamentalmente a las naciones». 

          El texto de León XIII (encíclica Rerum Novarum, publicada el 5 de mayo de 1891) destaca en otros pasajes parecidos, porque su opinión sobre el socialismo va en esa línea. Uno, claro, a poco que hile un par de movimientos del nuevo León concluye que, en efecto, votar republicano y elegir el nombre de León en honor a León XIII quizá tenga sentido. Lo que no tiene ningún pase, por indocumentado que se llegue a ser, es que se pueda estar tan intoxicado de mamandurrias como para no verlo y encima aplaudir con las orejas acerca de lo que no se conoce. 

El caso es que para comprobarlo solo hay, en efecto, que leerla. Aquí la dejo: 

Encíclica Rerum Novarum 

El mito y el timo de la igualdad

          Por suerte para la humanidad la igualdad no existe, es solo un mito, o un timo si se quiere, que venden los que más desiguales aspiran a ser. La igualdad no se da en biología, ni siquiera los gemelos univitelinos son exactamente iguales. No la vemos en los resultados de la evolución económica y social porque de ser así no habríamos salido de la Edad de Piedra. Sin las diferencias que marcan el talento, sin la visión más acertada de unos frente a otros que no la tienen, o el don de la oportunidad y, por supuesto, las diferentes voluntades a la hora de abordar el trabajo y la superación personal, el progreso no existiría como lo conocemos.

          El hecho de que las personas tengamos distintas capacidades nos enriquece como grupo, siempre que seamos capaces de dar a cada capacidad un desarrollo ajustado a su potencial. Parece que lo justo sería centrarse en la igualdad de oportunidades. Sin embargo, buscarla en los resultados es el truco que utilizan los igualitaristas para montar un discurso maniqueo que no se creen ni ellos mismos. Nadie asciende tan rápido de la mediocridad económica y social a posiciones de casta y privilegios como quienes llegan al poder prometiendo defender la igualdad. Todos conocemos como se pasa de 900 pavos al mes de la uni y el pisito en Vallecas, al taco gordo de nómina europea, el chaletón de Galapagar, la criada, etc… Para los defensores de la igualdad es sencillo: simplemente la defiendes y luego te aprovechas de ello haciendo lo contrario.

          Los regímenes que más defienden la igualdad social lo hacen con tanto ahínco que impiden que sus ciudadanos emigren. Son desiguales que suponen que si sus ciudadanos desean dejar el paraíso de la igualdad es por ignorancia y, por eso, les ponían muros en Berlín oriental, los encerraban en Cuba o los desaparecen en Venezuela. Si no quieren disfrutar de la igualdad que les dan los desiguales instalados en el poder, entonces no merecen la libertad de dejarlos ir a otro país. Como usted, lector inteligente podrá observar, se trata de una lógica más propia del planeta de los simios que de una sociedad avanzada.

          Esta semana con el apagón hemos vivido muchos ejemplos parecidos. Hemos conocido que una gran defensora de la igualdad, ahora presidenta en Red Eléctrica, exministra socialista del pseudo-venezolano ZP cobra un sueldo de 546.000 euros año (1.500 euros al día aproximadamente). O sea, 20 veces más del salario medio en España o 50 veces más que el SMI. La caga, se esconde y no dimite. ¿Razón? Tiene que seguir defendiendo la igualdad aunque nos quedemos a dos velas. Nadie aspira a ser más desigual que los defensores de la igualdad: el caso es que el timo les funciona.

          Los defensores de la igualdad viven en palacios, veranean en grandes fincas del Estado en sitios privilegiados, vuelan en aviones privados con surtido de muchos miles de euros en ricas viandas y, eso, es lo que vemos. Lo que sabemos es que no se conforman solo con eso, también se aforan para protegerse, se ponen sueldos millonarios, pensiones astronómicas, dietas enormes y, los más osados, se lo llevan en crudo y se lo gastan en Jesicas y en drogas. ¿Usted no se pregunta nunca igual a quién quiere ser el típico defensor de la igualdad de la zurda?  

Los odios y sus cancelaciones

          Vaya por delante que la cancelación de cualquier tipo en una obra artística, desde mi punto de vista, es una práctica peligrosa. La reciente cancelación de El odio, libro de la editorial Anagrama no distribuido, del autor Luisgé Martín, sobre el crimen de José Bretón, es uno de los ejemplos más recientes. Sin embargo, no es el único caso, y marca una tendencia totalitaria de los poseedores de la moral pública, que suelen ser quienes más faltan a la ética y sus virtudes al tiempo que la defienden, eso sí, siempre que les encaje en su sistema de sin valores o propaganda. 

          Habría que distinguir entre una obra de ficción y una de ensayo, divulgación o investigación. En el primer caso la libertad debería ser total. Sin embargo, aunque con más dificultades para acallarlas, no faltan los inquisidores públicos contra ellas. La ficción siempre puede recurrir al recurso de ir disfrazada de nombres y lugares ficticios, aunque referidos a hechos reales, y eso hace más complicado el señalamiento. No obstante, en la historia de la literatura, no ha faltado la miopía suficiente para criticar grandes obras de autores como Truman Capote o Vladimir Nabokov.

          Ver y escuchar contar a un asesino confeso las razones por las que mató a inocentes puede ser un plato de buen gusto para muchas personas, incluso celebrado en medios de comunicación y alabado por el atrevimiento de su autor. Saber las razones que justifican sus asesinatos, y regodearnos con el odio que el asesino destiló para matar puede llegar incluso al cine. De hecho, puede tener tanto éxito que sea materia de telediarios, promociones y hasta contenido de pago para Netflix. Lo acabamos de comprobar no hace mucho con la famosa difusión de No me llame Ternera, del periodista millonario y progresista defensor de la igualdad, Jordi Évole. No he tenido noticias de que hubiera podido ser censurado o cancelado el contenido.

          Con El odio de Luisgé Martin la cosa cambia: para empezar nadie necesita blanquear a José Bretón por razones políticas, al contrario, a diferencia de Josu Ternera, Bretón es un pobre diablo loco y criminal. Usted pensará que Ternera tiene las manos manchadas de la sangre de mujeres y niñas, pero créame, para la inmoral inquisidora eso no importa.  A Ternera, dicen muchos, se le puede entender y sus motivaciones para asesinar ser aireadas a los cuatro vientos. Es un asesino en serie y terrorista, cierto, pero el otro es un asesino machista y parricida. Siempre ha habido clases, y eso marca la diferencia. Es cuestión de oportunidad política.

          Yo sé que estas diferencias son sutiles y complicadas de diferenciar. En la España de hoy le aplaudirán cualquier libelo que ensalce, por ejemplo, los crímenes de la II República como hechos heroicos por muy deleznables que sean. Pero es muy probable que le cancelen una obra alabando los pantanos construidos en la época franquista y le tilden de fascista. Así nos muramos de sed en una sequía. No le dé más vueltas, si Bretón hubiera sido miembro de ETA Luisgé se cubriría de gloria con su libro y ganaría algún premio, y si Ternera fuera carnicero de profesión y asesino parricida, Jordi Évole no le habría sobado la oreja para hacer un documental. Porque Jordi es muy listo, a diferencia de Luisgé, y sabe elegir al asesino que interesa a la Inquisición en cada momento.   

La ceguera contagiosa

          Todo el mundo sabe que la ceguera no es contagiosa. Hay multitud de causas que pueden provocarla, la mayoría fisiológicas. También se produce por accidentes, o por patologías sobrevenidas como la diabetes, entre otras. El resultado siempre es el mismo: la imposibilidad de ver el mundo que nos rodea. Sin embargo, recientes descubrimientos sociales averiguados por un servidor, nos muestran que existe un tipo de ceguera que sí es contagiosa y que produce indigencia cognitiva. Es una enfermedad que se propaga a través de los medios, las manipulaciones, el dinero y las mamelas; diseminando un conjunto de patógenos encaminados a la anulación del entendimiento.

          Hoy una parte de la sociedad española padece una acentuada prevalencia de este tipo de ceguera. Causa de que no pueda ver delante de sus narices la perversión democrática del gobierno en su huída desesperada hacia adelante. Un día más sigue siendo poder, cueste lo que cueste, piensan estos del Frente Popular del siglo XXI. Algo parecido ocurrió hace casi un siglo con otro gobierno del Frente Popular. En aquella época, contaminados muchos españoles, la ceguera impedía ver los asesinatos sin cuento; las confiscaciones; la horda de criminales que campaban a sus anchas mientras el gobierno miraba para otro lado, cuando no alentaba estas acciones directamente en boca del líder del PSOE, Largo Caballero. Resultado: rebelión militar.  Y esto no es relato, es Historia con mayúsculas. 

          Hoy vemos como un gobierno con indicios de tintes mafiosos, como lo fue aquel, desmonta las instituciones del Estado o las socava, las pervierte, las coloniza, las corrompe, se auto indulta sus delitos; crea una sociedad desigual entre españoles y somete a la gente con impuestos salvajes; desprotegiendo las propiedades e insultando a más de la mitad de España. Abren una caja de Pandora porque, debido a alguna alteración neuronal, creen que no van a recibir una respuesta. No sé si tan salvaje como una rebelión militar, espero que no, pero desde luego será tremenda y dura cuando llegue el momento.

          Es incurable la ceguera de esta «gente» y sus seguidores (gente como a ellos les gusta llamarnos), razón por la que no ven las respuestas en USA o en Argentina. Las reacciones de unas sociedades que votan asqueadas de peronismo mafioso, de socialistas corruptos y cantamañanas, y que prefieren a un Javier Milei o a un D. Trump. ¡Que tontos son los argentinos y los americanos! exclaman aquí muchos españoles intelectualoides de pacotilla. Tertulianos comunistas con 20 pisos en propiedad, y presentadoras socialistas palmeras que viven en chalés de millones de euros. Muy pro igualdad social todos ellos. 

          Cuando caigan protestarán aún ciegos de ideas y huérfanos de dignidad, claro que protestarán, con silbato y megáfono en mano, el puño en alto, que si no pasarán, que si el fascismo vuelve: en fin la misma cantinela de siempre enlatada y caducada que volverá a salir a la calle. No aprenden. La cura les va a doler, como está doliendo en otros países, pero será inevitable. Al final, la ciudadanía salvo casos extremos como Venezuela usando la represión violenta, les pone en la calle, y otro gobierno vendrá que les hará temblar sin hacer nada nuevo. Simplemente bastará con usar sus mismos métodos de organización criminal, sus leyes, sus mecanismos totalitarios y de ninguneo parlamentario que con tanta alegría vienen manejando desde hace años. 

Sesgo de confirmación

          El sesgo de confirmación es una telaraña de esas que cuelgan de los techos y atrapan a las moscas y a los mosquitos. Bueno, usted ya me entiende la metáfora, aunque no sea la más afortunada. Digamos, de otro modo, que es ese lodo en el que algunos se embadurnan de barro creyendo que son arcillas terapéuticas para sus neuronas. La cosa esa que se «arrejuntan» cada mañana detrás de las orejas a base de pinganillo, o lo que consumen en 3D por la pantalla. Lo cierto es que les da gustito, y les hace sentir un poco de regocijo al mirarse al espejo y concluir con un: «lo sabía, tengo razón».

          El problema es que la razón y, sobre todo, el razonamiento, se construyen mediante un proceso intelectivo, pero no se compran en el Mercadona, y eso complica un poco el asunto. Si alguna vez, a las siete u ocho de la mañana, sentado en el trono, se ha sentido dueño de la verdad emitida por la radio o la tele no haga mucho caso. Es más, apriete un poco más. Necesita desprenderse de todo ese tóxico que le hace ir siempre a buscar donde le den alimento a sus ideas que, como seguramente le ocurre a muchos, considera verdades inmutables.

          Cada vez hay más necesitados de que les confirmen sus certezas por muy marcianas que sean. Algunos han dicho tantas veces que son progresistas que, por muchas torres que tiren los progresistas, necesitan una explicación que les consuele. Ocúrrele lo mismo a quienes se encuentran en la esquina opuesta del estúpido ring dialéctico. Los medios, ahora de desinformación, manipulan con descaro y sin el menor recato a los oyentes o televidentes: con expresiones sesgadas, frases mal intencionadas, informaciones recortadas e incluso insultos. Están frenéticos por mantener a su parroquia dopada a diario. Cobran por ello, y de eso viven, el daño que hagan o dejen de hacer en la sociedad se las trae al pairo.

          Pensaba esto porque tengo conocimiento de gente refugiada siempre en los mismos medios, en las mismas noticias, tragando el mismo pienso sin analizar lo que consumen. El sesgo de confirmación es una droga tan potente que nubla la razón y la más mínima capacidad de objetividad y análisis. El triunfo del muro no se construye con ladrillos, sino con propaganda barata fácil de consumir y defecar a diario. Es un producto sutil a base de lugares comunes dictados por el gran hermano que paga. Doctrina para principiantes.

          Mi sugerencia es que frene un poco cada mañana y haga un ejercicio de escucha: por ejemplo, observe cómo los ministros actúan en modo Loro Park. Y luego los medios afines hacen el eco del parque. Hoy toca Franco, mañana machismo, pasado fascismo, el jueves baloncesto y el sábado ese señor del que usted me habla. ¿No lo ve, no se da cuenta? Cómo se quedan con la peña, la manipulan y se ríen en su careto para que formen parte del concierto de loros. Pues eso, que mejor comer más fibra y hacer un poco de ejercicio, o cambiar de sintonía de vez en cuando, y verá como mejora el metabolismo y el entendimiento.