Huele a verano

          Dicen que los seres humanos al nacer identificamos a nuestra madre gracias al olfato. Cuando aun no nos alcanza para realizar identificaciones basadas en el entendimiento o la experiencia, usamos este sentido para conectar con quien nos ha dado la vida y nos ha puesto en este mundo. No lo pongo en duda, de hecho, lo doy por cierto.

          Muchos hemos creído durante largo tiempo, al menos es mi caso, que el paladar es el sentido que nos conecta con los placeres de la vida: con aquello que comemos y bebemos y que tanta necesidad vital representa para las personas y tan buenos momentos nos aporta, además de alguna desagradable sorpresa. Sin embargo, sin el olfato poco disfrutaríamos por muy exquisitos manjares que nos sirvieran.

          Una buena parte de los placeres que hoy me puedo permitir se deben a muchos de mis recuerdos retenidos por el olfato. La mayoría de ellos están anclados en mi memoria gracias a esas sensaciones. Ahora, cuando llega el verano, a poco que haga un mínimo de esfuerzo puedo revivir estíos de mi juventud. Sobre todo, porque puedo traer aquel olor a sal y a mar perfumado por los pinares y naranjos de la costa de Huelva.

          Los veranos huelen a agua salada, a aceite de coco, a levadura de cerveza, al humo del carbón de las barbacoas y huelen a sardinas asadas. Huelen a ilusiones tempranas y amoríos pasajeros, y huelen a desilusiones y desencuentros. Pero, sobre todo, huelen a energía y ganas de vivir cada momento bañados por el sol y acariciados por la brisa cálida al anochecer.

          Aun puedo sentir a mi madre a través del recuerdo de su olor. Recuerdo, sobre todo, como olían sus alegrías y sus tristezas, su esfuerzo y sus escasos triunfos y recompensas. Recuerdo que alguna vez me llevó de la mano en alguna playa ya lejana. Y recuerdo que mañana hará 93 años que ella, si viviera, recordaría aquel verano en que pudo oler a su madre por primera vez.   

           

         

2 opiniones en “Huele a verano”

  1. El olfato a traves de su conexión con el cerebro te hacer viajar por el tunel del tiempo al pasado y te hace vivir en el presente los buenos y si quieres también los malos momentos. La poderosa mente te lleva a ser feliz o triste, solo tienes que desearlo con fuerza y limpieza de corazón. Yo lo practico a menudo y lo disfruto sin miedos. Migue bonito recuerdo de mama.

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