Subirse a un escenario o hacer una presentación siempre conlleva el miedo al fantasma y la incertidumbre del «no vino nadie». Quienes llevamos muchas tablas encima conocemos bien a ese gusanillo en el estómago que nos advierte de que quizá nos enfrentemos a la soledad. No ha habido una sola ocasión en la que no lo haya pensado y temido, a pesar de que, con pocos o muchos asistentes, nunca me he visto solo en una tribuna o en la presentación de uno de mis libros. Aunque nunca es tarde para el tropiezo.
Pensaba esto porque hace unos días se hizo viral un escritor novel que organizó una presentación de su novela en Jerez, y como puede ocurrirle a cualquiera, no fue nadie. Se vio solo con el bibliotecario mirando a las musarañas. Más tarde lo lamentó en las redes y, según parece, recibió una ola de solidaridad: un par de millones de mensajes y las ventas que no esperaba de su libro (ignoro cuántas, pero dicen que muchas). El público nunca deja de sorprender. No sabía yo que había compradores de libros por pena o solidaridad, aunque nunca hayan oido hablar ni del autor ni de su obra, pero bueno, bienvenidos sean igualmente.
En estos tiempos en los que hay más personas escribiendo y publicando, copublicando, autopublicando, replicando o copiando que lectores leyendo, se hace difícil sacar el pescuezo de autor y que alguien te dedique un minuto. Eso, suponiendo que lo escrito acabe tomando forma de libro legible sin que, en realidad, se trate de un artefacto de tortura. Quizá por eso, entre otros motivos, es frecuente ver a escritores apostados durante horas en un rincón de una librería esperando a que alguien se acerque por caridad a interesarse por su libro. Paseo con frecuencia por grandes librerías y allí les veo, hablo con ellos, me lloran en el hombro, y les entiendo. Varias horas de plantón para regresar a casa sin haber vendido una escoba es duro para la autoestima.
Es legítimo y hasta gratificante querer escribir un libro, sin embargo, no es tan fácil publicarlo y, mucho menos, que te lea alguien más que tu familia y cuatro amigos, (bueno que te lean, o que te compren el objeto para adornar una estantería). Por eso, no es de extrañar que al margen de una primera presentación de autoestima, donde cada cual reúne a quienes tiene en la agenda y familiares, después lo más frecuente es el vacío de un público que no te conoce, al que no llegas porque la distribución no te lleva, y no te lleva porque hay más libros inundando el mercado cada semana que botellines de cerveza.
Alrededor del 90% de los escritores noveles no venden ni 200 copias de su libro, y el 99% no vende ni 2.000 copias. Datos de los informes oficiales de publicaciones. Por eso, en mi opinión es bueno gestionar bien las expectativas. Todos los que un mal día decidimos dedicar cientos de horas a escribir una historia lo hicimos soñando con el éxito, o si no todos la mayoría, pero el éxito no solo depende de la calidad o el esfuerzo (imprescindibles) del escritor. Los ya publicados lo sabemos bien (incluso publicados por editoriales tradicionales, como es mi caso). La barrera de entrada al mercado (distribución, librerías, crítica, difusión etc), tiene diez veces la altura del muro de las lamentaciones. Y aunque lo subas, cuando llegas sigues siendo un desconocido. Cuenta la historia de los escritores, que William Golding, muy contento él con su premio, llegó a un hotel de Londres para inscribirse y le hicieron deletrear su apellido. A lo que contrariado exclamó: ¡Joder, me acaban de dar el jodido premio Nobel!
Entre las duras y las maduras,
amigo mío,
me quedo con las maduras
pero las duras son escuela 🎒
Y no queda otra que aprender en las dificultades, querido.
Desde que estoy en el club de lectura soy muy consciente de la situación de los escritores no tan conocidos por el público lector. El trabajo, la dedicación, robando horas al sueño y a la familia (que las musas te pillen trabajando decía aquel…) las autopublicaciones y el trato, o mal trato, de algunas editoriales y siempre que la vida me lo permite, asisto a presentaciones, reuniones, tertulias…y lamento que después de todo ese esfuerzo solo seamos 4 o 5 presentes contando con el autor. Por eso te deseo muchísima suerte con tu último libro amigo mío (que me tiene atrapada totalmente y recomiendo a todos que no se lo pierdan EL ESLABON DE CHIHUAHUA, tomen nota 😉). Un abrazo 🤗
Lectoras son tesoros, y como tales son escasos. Fuerte abrazo.
Tienes toda la razón, es duro y hay que ir pasito a pasito.
Así es, querida amiga. No queda otra.