Llegar a la tontería por la ideología es completamente sencillo y, con frecuencia, lo que quizá comenzó como un frente legítimo para conseguir algo necesario o justo, acaba en chanza sin sentido. De entre todas las modas, ninguna ha provocado tantos memes como los deslices y patinazos que se comenten con el uso del femenino en el lenguaje. Desde el ya mítico miembras hasta hoy, se ha regado el español con la semilla de una especie de esperanto o esperanta.
Forma parte, sin duda para mí, de esa corriente progresista que un día vio con claridad que en España todo estaba mal, incluida la propia España toda ella. Decir que eres español o llevar un símbolo de España como unos tirantes te pueden costar la vida; una pulserita te convierte en fascista; si celebras el 12 de octubre facha también y, por supuesto, si no retuerces el diccionario y lo pataleas eres, como poco, sospechoso (aquí no se desdobla por lo mismo que en las pelis se persigue al sospechoso, al asesino, al malvado, y nunca se desdobla. De hecho, sonaría extraño un poli que dijera que tiene que encontrar a la sospechosa o a la asesina). El público se preguntaría, ¿Por qué sabe que es una mujer, cosa que no se pregunta si se dice en masculino? No sé si el astuto lector lo va pillando.
Recuerdo, cuando trabajaba en sanidad, la primera vez que vi subir a un enfermero a un escenario en un congreso y referirse al colectivo, de forma reiterada, como «nosotras las enfermeras». En un auditorio en el que había reparto de sexos al 50% más o menos. Lo cual es técnicamente incorrecto según la R.A.E (hagan ustedes la consulta en el libro de estilo). De todas formas, sugiero que no se lancen a la ligera con estos experimentos, no sea que se cuelen en una manifestación de transportistas airados y le diga a uno de ellos «¡Eh tú, camionera. Apártate de ahí!». Por lo menos, yo no lo aconsejo sin haber revisado antes las coberturas de la póliza del seguro sanitario.
Estamos construyendo una sociedad sin normas, inducidos por la ideología del frentismo y no nos damos cuenta del embrollo al que nos lleva. Al que no le gustan las leyes no las cumple y si puede no acata las sentencias; al que le preocupa el cambio climático le tira unas latas de tomate a una obra de arte; que España descubrió América tiramos las estatuas de Colón y así, metidos en la cultura de la cancelación, seremos cada vez no más libres sino más talibanes y más ceporros y ceporras. Y, sobre todo, moldeables como plastilina caliente al son del mercachifle o la mercachifle de turno y sus timos de pandereta.
Esta semana un Tiktoker ha hecho, con el auditorio lleno, una meme versión del conocido tema When a Man Loves a Woman de Michael Bolton. Aquí la dejo para que vean y disfruten de lo sencillo y maravilloso que va a resultar ser ideológicamente correcto con lo que nos vayan marcando a toque de tambor.