Cada 28 de febrero se celebra el día de Andalucía, la tierra que Alfonso Guerra pronosticaba que se convertiría en la California de Europa allá por la década de los ochenta. Ya sabemos que la política es una amalgama de eslóganes llamativos, intereses variopintos y más un desiderátum que un conjunto de hechos y realidades. Y no es menos cierto, que gozar de la confianza absolutamente mayoritaria de la población durante década y media abría todo un abanico de posibilidades.
Es innegable el desarrollo que se ha conseguido en los últimos cuarenta años en esta tierra, como lo es el hecho de que Andalucía gozó de inversiones faraónicas durante la etapa socialista hasta la Exposición Universal de Sevilla de 1992. También se hicieron en Barcelona con motivo de las Olimpiadas de ese mismo verano; conviene recordarlo porque en ocasiones pasa desapercibida esta coincidencia.
La llegada del Ave en abril de aquel año ayudó a vertebrar el país y puso en contacto directo la ciudad de Sevilla con la capital. Mucho se ha debatido si empezar por aquí o por allí habría sido mejor, más lógico etc. El hecho cierto es que, desde su inauguración, El Ave es un éxito incontestable. Hoy, 29 años después, la red de alta velocidad en toda España es de las más extensas de toda Europa.
Para mí, el sueño de una California del sur de Europa debió haberse construido a través de un proyecto internacional de la mano de nuestros vecinos portugueses e incluyendo el sur de ese país. Una franja transversal desde el Cabo de Gata hasta Cabo San Vicente. Un proyecto de esas características, en un momento en el que la alegría de los fondos FEDER daba mucho juego, quizá habría gozado de las simpatías de la Comisión Europea. Puede que a la visión de Alfonso Guerra le faltara altura de miras.
Pandemias aparte, las necesidades y carencias de Andalucía en materia de empleo o desarrollo industrial se parecen a aquellas de hace cuarenta años, quizá con un repaso de chapa y pintura, pero a todas luces insuficiente para lo que la mayoría habríamos deseado. Hay que seguir trabajando con generosidad, desde las instituciones públicas y los ámbitos privados. Somos los andaluces quienes debemos apostar por nuestra tierra, defenderla y hacerla crecer en este tiempo tan deshermanado en el conjunto del país.
Y, sobre todo, hoy es día de celebrarlo. Feliz día de Andalucía.