El pero… de los cómplices, es ese que siempre aparece como contrapeso. Los ingleses saben que están diciendo que no en cuanto escuchan un «yes, but». Como nosotros cuando nos sueltan un sí, pero. No hace falta explicarlo, significa una justificación ante el resultado final de algo que no se desea obtener. Ayer, después de la agresión a un jugador del Sevilla F.C las redes se llenaron de sí peros, descargando en cierto modo de culpa la salvajada. Es decir: que si hubo palo, pero no lo suficientemente fuerte como para suspender el partido; después de todo, no hubo muertos… O algo así.
En seguida, por triste que parezca, los comentarios giraron por parte de aficionados verdiblancos a que si uno le echaba cuento (Jordan), que si el otro era perro viejo (Lopetegui), que si el Sevilla no quería jugar, que si se aprovechaban de un incidente como otro cualquiera… Y así, hasta lo grotesco. La idea es crear esa espesa nube de humo que diluya el hecho concreto: un salvaje lanza un palo desde la grada y golpea en la cabeza a un jugador, punto. Se suspende el partido, se sanciona o cierra el campo y a otra cosa mariposa. Pero no, para eso tendríamos que ser un país civilizado, y obviamente, no lo somos. A los hechos me remito.
El fútbol no ha llegado todavía a los niveles patológicos de putrefacción del discurso político y sus congresistas manipuladores de corte sociópata, pero vamos de camino. No me extrañaría que estuviera aún por salir un comentarista afecto al Betis y bien untado a decir que lo del palo en la cabeza es un bulo, en este caso no de los fachas, sino de los sevilistas, o incluso de ambos a la vez. Y que por este camino de mentiras de los equipos grandes y capitalistas se va a perder la democracia en el deporte, y que no hay derecho y liberad a Willy: ya saben, la sarta completa de fragmentos de neuronas caducadas.
Lo cierto es que, por otro lado, muchos miles de aficionados que disfrutaban de un espectáculo al que tenían derecho se quedaron sin verlo. Padres que igual hicieron un esfuerzo exagerado al pagar unas entradas para llevar a sus hijos, amantes del fútbol y de sus respectivos equipos, gente de bien que llevaba dos semanas esperando con ilusión el partido. Béticos y sevillistas de verdad, de los que no le hacen daño a su equipo ni a nadie. Van al fútbol, animan a los suyos, disfrutan y con el resultado del día vuelven a casa, sea cual sea el resultado.
Aún hoy, en las peñas y los bares, en las reuniones más calientes después del segundo cubata, muchos seguirán culpando al Sevilla, a Jordan y a Lopetegui a grito pelado. Quitando hierro al palo y al cafre. A ellos, les dedico el artículo de hoy: vosotros sois los cómplices de la violencia en el deporte y en especial del fútbol, los cómplices de que al Betis lo sancione en cada partido el comité antiviolencia, los cómplices de que familias y niños ayer se perdieran el espectáculo que pagaron, los cómplices de la pésima imagen internacional que se dio ayer y, sobre todo, los culpables de que nada cambie.
Totalmente de acuerdo contigo Miguel Ángel
Y lo que es peor es el sectarismo mediático que lo invade todo, incluido el fútbol.
Totalmente de acuerdo , pero viva el Betis , que hemos ganado limpiamente. Mucho Betis , y que no dejen entrar mas a un campo de fútbol al energúmeno que tiro el palito y también que investiguen a fondo todo lo ocurrido u tenga sus consecuencias
Enhorabuena por la clasificación. La próxima vez que juguéis contra el Sevilla Atlético no dejéis entrar a los energúmenos.
La hipocresía en estado puro.