En interés propio

          Nada hay más común y lógico que actuar en interés propio. Pero nada hay más perjudicial, peligroso y falsario que priorizarlo cuando se debe defender el interés colectivo. Rara vez el interés propio tiene un encaje perfecto con las necesidades del grupo; de ahí que el ejercicio de la representatividad requiera de unas cualidades humanas muy especificas: grandeza de miras, sinceridad, generosidad, empatía y, sobre todo, ausencia de egoísmo y egocentrismo. Cualidades, todas ellas, ausentes en el perfil personal del sátrapa y de sus beneficiarios.

          Lo que sí resulta factible es la adaptación de todos los atributos personales con tal de conseguir lo que más interesa en cada momento. Por ejemplo: dinero, posición, o statu quo. Esto es propio del comportamiento de las sectas y de la sociopatía. Solo importa el fin, los medios son lo de menos. En esa filosofía hay cuestiones relevantes que carecen de valor: la verdad, la palabra comprometida, la dignidad, el interés del colectivo o la vergüenza torera, que desparecen y se hacen invisibles. En ese estado de cosas es posible decir mirando a la luna: es blanca y redonda, y pasado un rato asegurar que es verde oliva y cuadrada. La realidad es la que el jefe de la banda diga en cada momento en interés propio.

          El ejercicio de mando en un Estado iliberal como forma de gobierno despótica requiere de algún sistema de defensa en el que apoyarse. Hoy, el dictadorzuelo moderno usa los medios de comunicación pagados por el pueblo. El periodismo actual, al menos en España, está tan prostituido que da pena pensar en ellos: vasallos sometidos por hambre a vivir de la falsedad y la ignominia. Gente que debe sentir una profunda tristeza de ánimo al mirarse por las mañanas al espejo. No les envidio. Bastante tienen con defender hoy lo contrario que defendieron ayer, y saber que es distinto de lo que dirán mañana si quieren seguir comiendo caliente. Cuando el amo les ordena: ¡salta!, a ellos solo solo se les permite una respuesta ¿hasta dónde? El dinero público, en esa situación, exige servidumbres vergonzantes para quien tiene vergüenza.

          Nos hemos acostumbrado a la irrealidad como nos acostumbraremos a un gobierno iliberal, traidor y que actúa solo en interés propio. Sin embargo, no debemos perder la memoria. Una sociedad mansa que acepta ese camino es una sociedad a la que se puede esclavizar. No como en la época colonialista, no hacen falta látigos, al menos al principio. No será que no hay ejemplos en Latinoamérica. No será que no vemos el desastre de Argentina, no será que no vemos el hambre en Venezuela, no será que no vemos a sus criminales compinches tomando instituciones y dinero público en España. Al menos, que nadie tenga la tentación de decir aquello de que no podía saberse cuando el desastre sea del todo inevitable.  

 

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