Las epidemias de gurús son algo recurrentes. Salvando las distancias, son como las oleadas de la gripe y otros bichos oportunistas. Llegado el momento idóneo, cuando se dan las condiciones de temperatura adecuada, bajas defensas de la población general, y abundancia de posibles huéspedes, entonces aparecen a campo abierto y colonizan el cuerpo y la mente de sus víctimas. Es una dinámica que se da en todas partes, pero en España en particular con especial incidencia. No en vano, damos nombre por una cuestión de error de atribución a la famosa gripe española de 1918.
Los gurús florecen como esos yogures de limón que nadie come, y que te los pegan junto a los paquetes de leche que todo el mundo compra. De ese modo, agazapados como lapas acaban escondidos en algún rincón del frigorífico, alertas al incauto desprevenido con un poco de hambre. Entonces, ¡Zas!, te lo encuentras en la mano, y cuando te descuidas ya tienes ese sabor ácido y químico del que no puedes desprenderte en toda la mañana.
Pensaba esto porque hace unos años, cuando se puso de moda lo de enseñar a la gente común a hacerse millonaria con el trading (jugando a la bolsa como si fuera el Tetris desde casa), aparecieron infinidad de genios y gurús de los mercados financieros. Un amigo mío, me contó que sospechó algo al asistir un caluroso día de verano a un curso para hacerse ricos. El tipo que lo impartía, en Málaga, llegó diez minutos tarde empapado de sudor. Se acababa de bajar de una tartana sin aire acondicionado y había comido a la ligera un menú de 5,95 euros en el bar más perrero de la zona.
Algo parecido ocurrió primero con el coaching, y ahora con los maestros de escritores de éxito. A los diez minutos de que alguien, hace unos 20 años, pronunciara por primera vez la palabra coaching, en España estábamos inundados de expertos en la materia por las esquinas de todas las calles físicas y virtuales. Incluso te regalaban cursos a distancia en Mercadona adheridos a los packs de yogures de limón. He conocido profesionales del mundo de la verdulería mutar de ese sector y hacerse gurú del coaching para terapia con caballos en un fin de semana.
Ahora ocurre lo mismo con los genios de la literatura. Han surgido como setas porque saben que hay muchos futuros premios Nobel esperando. Los verás en IG, en Facebook, y probablemente en la puerta del super. Son quienes por unos cuantos miles de euros te enseñarán no solo a escribir bien, también a publicar en las grandes editoriales, a tener éxito como Pérez Reverte y deslumbrar al mundo con tu literatura. Todo gracias a los secretos que atesoran y que, en un magnánimo esfuerzo de generosidad, nunca han puesto en práctica para escribir ellos mismos una sola frase.
Que cierto Miguel Ángel………
Gracias, Jorge.
Totalmente de acuerdo mi estimado Miguel Ángel,
Son como almácigos silvestres de literatos
que se creen Ortega y Gasset de la noche a la mañana
Pero no te preocupes mi amigo, sus propuestas son inofensivas
y buen pasto para las cabras.
Así es, amigo.
Esos oportunistas mutan en el tiempo según las necesidades de los ciudadanos. Pero continuarán con seguidores aunque le pase como al del menú de 5,95. Para eso hay un chascarrillo antiguo que decía: “Consejos vendo que para mí no tengo”
Genial como siempre Miguel Ángel.
Gracias, Pepe.