Qué ganen los buenos, que pierdan los malos

          Vaya por delante que he tomado prestado para el título de este post, el estribillo de una estupenda canción de El Arrebato, un tío simpático y flamencón que canta de maravilla. Desde que escuché por primera vez este tema le he dado muchas vueltas, a pesar de que la letra es directa y fácil de entender, al asunto de los buenos y los malos y a la cuestión de la perspectiva ética según a quién se mire o se juzgue en un momento determinado.

          Esto nos lleva de cabeza a la construcción del relato. Hasta no hace mucho los buenos eran los que ganaban una guerra. Cosa obvia, porque el relato lo construían los vencedores y, conforme se iba transmitiendo de boca en boca y de oreja en oreja, la idea quedaba fijada en el subconsciente colectivo. Por ejemplo, después de la II Guerra Mundial los aliados fueron indiscutiblemente los buenos y los nazis los malos –esto era muy obvio, además de cierto–. Lo que quizá necesitó un poco más de elaboración es que los comunistas también fueran los buenos, pero se hizo, y aún hoy en España sigue siendo incomprensiblemente legal el partido comunista. Al margen de que la UE los condenara junto con los nazis por crímenes de lesa humanidad en el S. XX hace apenas año y medio.

           Esto las izquierdas lo han manejado siempre con maestría, desde luego a un nivel muy superior a las derechas, que en este sentido parecen siempre más acomplejadas o reticentes a construir una versión de parte. Viene este asunto a colación de lo fácil que les resulta a algunos hacer un relato bipolar, cosa que consiste en arrojar a la cara del contrario la merecida basura cuando le toca, al tiempo que se consigue ocultar y soslayar la misma basura en la casa propia.

          En España uno de los partidos mayoritarios es el que acumula más casos de corrupción y de condenados de toda la historia, sin embargo si usted pregunta a cualquiera por la calle por ese partido le dirá, casi con toda seguridad, que es el otro partido el más corrupto. Sin saberlo, sin datos, a bote pronto. No crea que haber robado 800 millones de euros de los parados para drogas o prostitución afecta mucho al relato popular. Los malos son los otros.

           Este modus operandi de la construcción de la idea del bien y del mal y la ocultación llega a extremos inverosímiles en Valencia en estos días. Donde una de esas buenas buenísimas personas de la izquierda ética, moral, y poco menos que celestial, ocultó los abusos sexuales de su marido a una menor. Y lo hace además, sin haber defendido la justicia y la dignidad de todas esas niñas abusadas durante la gestión del buenismo en Baleares. En fin, uno ya no sabe si entre los malos hay alguno bueno, pero entre los buenos hay mucho malo y mucha mala y mucho hijo de puta y mucha hija de puta.    

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