El temazo

           El tema de la semana es que nada es caro, y mucho menos el recibo de la luz aunque a veces lo parezca y que, llenar la factura de tasas y recargos e incluso meterle el IVA a esos impuestos es, por así decirlo, algo normal. El temazo, por otro lado, no es el precio de la energía sino quién pone la lavadora en horario de imaginaria. A esta nueva filfa que con mano metódica nos van administrando; se han sumado los recordatorios a modo de descarga eléctrica, en las redes sociales, a quienes hacían bandera de la bajada del puntual puyazo. Sin el menor efecto en la dignidad, la vergüenza y, mucho menos, en los cargos de los interpelados.

          Desde la ventana de mi cocina se ven los lavaderos de los pisos del edificio de enfrente y, cada dia, a horas variables, veo a alguna persona sacando la ropa de la lavadora o tendiendo con alfileres la colada chorreante; a la antigua usanza. Es una visión inevitable, pues si quiero saborear un café tomando un poco de aire es como si me sentara en el cine en la tercera fila dispuesto a ver reiteradamente la misma película. La fauna vecinal que se dedica a estas labores es variopinta y variable: dependiendo de la hora a veces son unas personas y otras veces son otras. Y en las familias más extensas incluso se hace el trabajo en equipo.

           En mi casa, que no expone el lavadero públicamente, todos los que la habitamos metemos nuestras prendas necesitadas de lavado en una cesta de mimbre que, una vez llena, introducimos en la lavadora segregadas por colores para no enturbiar lo blanco. Yo soy el encargado de esperar hasta las diez de la noche para dar comienzo al festival de consumo eléctrico: a diario el lavavajillas y casi a diario, la lavadora. También me encargo habitualmente de retirar el material limpio y colocarlo en su sitio. Y una persona profesional, que viene una vez a la semana, hace la plancha.

          Me quedé sorprendido con las risitas tontunas de la ministra cuando sacó lo del temazo, para desviar la atención de aquello por lo que se le estaba preguntando –cosa que hace siempre–. Sorprendido por la chulería y la displicencia con la que tiraba de comodín para no responder al asunto del precio de la luz y de la salvajada de impuestos que incluye cada factura que nos vemos obligados a pagar. Sorprendido de que esta gente que son, en teoría, los progres del pueblo, casi lo único que han venido a hacer es enriquecerse y reírse de todos nosotros. 

          Me costó entender lo del temazo, y a pesar de que me produce bastante desazón escuchar a esta señora, acabé por entender lo que quería usar para evadirse. Por eso, esa misma tarde cuando me crucé en la escalera con la pareja del 6H, no pude resistir  la tentación de preguntarles por el temazo y para mi sorpresa se echaron a reír. Resulta que según me dijeron, tanto Teresa como Elena, ponen la una o la otra la lavadora cuando les da la gana.              

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