Andamos muy preocupados acerca de qué será del mundo con tanta amenaza: Trump gana unas elecciones en USA; los chinos empiezan a tocar en la puerta de Taiwan; Putin parece que se sale con la suya; se acerca un meteorito y hay un nuevo bicho en Wuhan. Aquí, más cerca, Sánchez se la coge con las dos manos dispuesto a corromperlo todo si hace falta, y a acabar con la España que conocemos y convertirla en el burdel del sur de Europa. Cada época, desde antes incluso del Imperio romano, tuvo sus Nerones y sus Judas, pero también los árboles suficientes con madera para cadalsos y ramas donde afianzar las sogas.
Es inevitable que los enajenados, que suelen ser quienes llegan al poder, tengan la sensación de una fuerza omnímoda. Parece que va en la estúpida naturaleza del ser humano, incapaz de comprender una simple cosa: de los casi 8000 millones de individuos que existimos hoy, no quedará ninguno en menos de 150 años. Ninguno. O sea, que habrá otros 8 o 10 mil millones de sapiens, salvo cataclismo, que todavía no existen y que nos van a relevar progresivamente para evitar que nuestras miserias se perpetúen. ¿De qué otra manera la especie se conservaría si no es renovando?
Pensaba esto porque me asalta la idea de que somos tan imperfectos y poco deseables que, por pura autodefensa de la especie, estamos diseñados para desaparecer con cierta alegría temporal. Por suerte no todo es negro, ni mucho menos. Al barrer la casa dejamos intactas enormes grandezas, al menos por más tiempo del que vive un humano: arquitectura, pintura, literatura y, en definitiva, la expresión global de las artes y de la tecnología. Las creaciones que en cada período de tiempo sirven de contrapeso a la estupidez o la sevicia de quienes se hacen con el mando por un breve período de tiempo. Ni Hitler, ni Franco, ni Stalin, ni Castro, desde Calígula a Sánchez entre otros muchos, ninguno ha prevalecido ni lo hará dejando un legado de valor: solo miseria, repudio y asco.
No obstante, hay una gran diferencia entre los malos de verdad dentro de la Historia y un botarate. Los malos que todos conocemos se preocupaban más por su momento presente que por permanecer en la memoria. Lo contrario que el botarate, ese que en su anodina e irrelevante existencia habla desde el primer día de su futuro paso por la Historia. Hace falta ser una simple cosa: un auténtico gilipollas con ínfulas, que es mucho peor que ser un simple gilipollas. Yo siempre he sido de la opinión de que hasta para ser un cantamañanas hace falta saber cantar algo desde el amanecer hasta el mediodía: lo que sea.
En el Imperio romano, la muerte (normalmente por asesinato) del emperador provocaba una guerra civil. Han pasado dos mil años desde esa época, pero ahora en España no debemos desdeñar ninguna desgracia. Dentro de tres años quizá las cosas hayan cambiado mucho a nivel global. La mafia actual será relevada del poder, y quizá un nuevo gobierno duro y de otro corte se dedique a darle juego a la motosierra. Recortes merecidos relativos a los innumerables chantajes e injusticias que el lerdo actual traga para permanecer en el poder. ¿Y entonces qué? Cuando se les arranquen los privilegios, se les quiten las llaves de la caja para devolverla a todos los españoles, se respeten los derechos de todos en todo el territorio. ¿Entonces qué? Pues ya os lo anticipo: entonces el sátrapa andará quizá exiliado en el Caribe y mirando para acá nos dirá, incluyendo a sus devotos votantes: que os den y mataros entre vosotros por españoles. Y, sin más, se echará un trago de ron mientras alguna Jesica le acaricia el ego o lo que él diga.
Cierto Miguel Ángel, ciclos de la vida, y en esta ocasión de una decadencia alarmante . . .
Así es, estimado Jorge.
El evangelio . Los ciclos de la vida . Pero no hay mal que 100 años dure.👏👏👏👏👏👏👏👏
Un siglo larguísimo.
Ains …que tiempos aquellos de cuando había un Mateo Morral, oldies but goldies
Como la sabes.