El sesgo de confirmación es una telaraña de esas que cuelgan de los techos y atrapan a las moscas y a los mosquitos. Bueno, usted ya me entiende la metáfora, aunque no sea la más afortunada. Digamos, de otro modo, que es ese lodo en el que algunos se embadurnan de barro creyendo que son arcillas terapéuticas para sus neuronas. La cosa esa que se «arrejuntan» cada mañana detrás de las orejas a base de pinganillo, o lo que consumen en 3D por la pantalla. Lo cierto es que les da gustito, y les hace sentir un poco de regocijo al mirarse al espejo y concluir con un: «lo sabía, tengo razón».
El problema es que la razón y, sobre todo, el razonamiento, se construyen mediante un proceso intelectivo, pero no se compran en el Mercadona, y eso complica un poco el asunto. Si alguna vez, a las siete u ocho de la mañana, sentado en el trono, se ha sentido dueño de la verdad emitida por la radio o la tele no haga mucho caso. Es más, apriete un poco más. Necesita desprenderse de todo ese tóxico que le hace ir siempre a buscar donde le den alimento a sus ideas que, como seguramente le ocurre a muchos, considera verdades inmutables.
Cada vez hay más necesitados de que les confirmen sus certezas por muy marcianas que sean. Algunos han dicho tantas veces que son progresistas que, por muchas torres que tiren los progresistas, necesitan una explicación que les consuele. Ocúrrele lo mismo a quienes se encuentran en la esquina opuesta del estúpido ring dialéctico. Los medios, ahora de desinformación, manipulan con descaro y sin el menor recato a los oyentes o televidentes: con expresiones sesgadas, frases mal intencionadas, informaciones recortadas e incluso insultos. Están frenéticos por mantener a su parroquia dopada a diario. Cobran por ello, y de eso viven, el daño que hagan o dejen de hacer en la sociedad se las trae al pairo.
Pensaba esto porque tengo conocimiento de gente refugiada siempre en los mismos medios, en las mismas noticias, tragando el mismo pienso sin analizar lo que consumen. El sesgo de confirmación es una droga tan potente que nubla la razón y la más mínima capacidad de objetividad y análisis. El triunfo del muro no se construye con ladrillos, sino con propaganda barata fácil de consumir y defecar a diario. Es un producto sutil a base de lugares comunes dictados por el gran hermano que paga. Doctrina para principiantes.
Mi sugerencia es que frene un poco cada mañana y haga un ejercicio de escucha: por ejemplo, observe cómo los ministros actúan en modo Loro Park. Y luego los medios afines hacen el eco del parque. Hoy toca Franco, mañana machismo, pasado fascismo, el jueves baloncesto y el sábado ese señor del que usted me habla. ¿No lo ve, no se da cuenta? Cómo se quedan con la peña, la manipulan y se ríen en su careto para que formen parte del concierto de loros. Pues eso, que mejor comer más fibra y hacer un poco de ejercicio, o cambiar de sintonía de vez en cuando, y verá como mejora el metabolismo y el entendimiento.
Pulsar un botón para abrir la televisión, es más fácil, más inmediato y no requiere ningún esfuerzo, como es el de abrir un libro (aunque este sea mínimo).
La primera opción te adormece el cerebro y te hace más borrego y. más idiota, la segunda te ayuda a ser una oveja negra dentro del corral.
Entonces uno se pregunta. ¿cuántas ovejas negra suelen haber en un corral? Por desgracia estamos entrando, si es que ya no lo estamos, en un mundo regido por idiotas donde las ovejas negras empiezan a considerarse piezas del pasado.
Muy bien tirado, Arturo. Hoy nadie quiere el papel de oveja negra, o casi nadie, sobre todo porque pocos son libres para elegir y decir y, sin embargo, son muchos más los que dependen del pienso colectivo, la moda o la tendencia. Cuando no, directamente, de la mamela.
Que cierto Miguel Ángel, y además sin ningún rubor . . .
Eso veo.
Y aún peor que consideren a esas ovejas negras del pasado es que las fijen como objetivos peligrosos….y todos los lobos en manada a por ellas….lo mismo os suena…..
Totalmente.