De la IA a la tiranía

          De la IA a la tiranía puede que exista un camino mucho más fácil del que podamos imaginar. No soy contrario a los avances, si es lo que usted ha pensado al leer  la primera frase o el titular de este artículo. Al contrario, creo que es a través de la tecnología, la ciencia y el ingenio humano para superarse como hemos conseguido los niveles actuales de bienestar, al menos, en los países desarrollados. 

          No dudo que la IA pueda aportar innumerables beneficios a unos cuantos. Es lo que suele ocurrir. Pero a mí, personalmente, me parece que existen una cantidad de riesgos que no podemos ni debemos obviar. Hace unos días, por poner un ejemplo, el coordinador de una universidad en la que imparto clases de posgrado me dijo: no hace falta que pongas exámenes, ahora usamos unas cuantas palabras clave y ya nos sale un cuestionario. Tampoco le vamos a pedir trabajos a los alumnos porque no seremos capaces de saber si los han hecho ellos o no, y la mayoría serán muy buenos. O sea, que tanto profesores como alumnado estamos condicionados por este nuevo invento.

          Esta semana en las noticias hemos visto como ya hay programas de IA que pueden no imitar, sino suplantar, la identidad de una persona. Es decir, que usted puede estar haciendo una videollamada con su jefe, con un amigo, o con un vendedor de coches, sin saber que le están engañando. Imagine las posibilidades que le ofrece esto a los delincuentes, por ejemplo para llevar a cabo el fraude del CEO que hasta ahora se hace por teléfono. Para el criminal no solo va a ser más fácil, sino también más divertido.

          Si usted no es experto en el análisis de metadatos, lo más probable es que no pueda identificar un deepfake y caiga como un corderillo en las garras de los abundantes depredadores que habitan la fauna social. Unos querrán su dinero, otros sus propiedades, otros su voto y algunos quizá solo vengarse o dañarlo por puro placer de hacer el mal. De todos ellos, el más peligroso es sin duda el aspirante a tirano o autócrata. A este último le viene de perlas que la sociedad se convierta en una locura de mentiras, falsedades y verdades a medias. Es su ecosistema ideal.

          Un mundo en el que, no solo el discurso sino también quién lo dice, sea objeto de duda cuando es verdad, y también cuando es mentira, elimina cualquier posibilidad de razonamiento y valoración ética de la población. El autócrata, al margen de lo que haga o diga, tendrá en su mano el argumento fácil: todo lo bueno será obra suya y todo lo malo obra de los demás que se dedican a suplantarlo y crear ficciones sobre su figura. Mucho me temo que la IA nos lleve de la posverdad a la posrealidad.    

         

7 opiniones en “De la IA a la tiranía”

  1. Buenos días. En primer lugar, te pido disculpas por haber abandonado un par de semanas este espacio tuyo. Le había tomado mucha y buena afición. Sin embargo, la organización del evento de mi particular homenaje al Club Mapea y a su creador, me absorbió por completo. ¡Cuanto me hubiera complacido tu presencia! pero comprendo y respeto los menesteres de cada uno.

    Sinceramente, Miguel Ángel, a mi me da miedo ese nuevo invento del que nos hablas hoy.
    Aunque en realidad, ese miedo en mi es innato. Y, te explico.
    Me aficioné a escribir a los quince, dieciseis años. Final de los ’60 principios de los ’70. A pesar de toda la memoria histórica que pulula por ahí, hoy en día, sesgada una mitad… Yo recuerdo que el futuro me daba miedo. Percibía que el progreso había iniciado una carrera trepidante «in crescendo» lo veía como una locura.
    Las dos grandes guerras. Cuba. Vietnam. La explosión demográfica. La crisis del petroleo en el 73. El hecho diferencial entre los paises y las gentes riquísimas y los países subdesarrollados y las gentes pobrísimas pasando hambre… todo el caos inimaginable iba de la mano de una loca carrera «todo avante» El alunizaje de Armstrong y Aldrin, los nuevos electrodomésticos, los nuevos inventos a diario…
    Yo, ya había leído la utopía de Aldous Huxley… tal vez, demasiado pronto. No obstante, tenía presente que muchas de las ficciones de Julio Verne se estaban haciendo realidad. Y
    ¿ Si la utopía de Huxley o las de Orwell, llegaban a suceder realmente? Esa pregunta, me aterrorizaba.
    Recuerdo, que tal vez, ya con dieciocho, diecinueve años, persistía ese miedo en mí. Y quería escribir un ensayo o una novela, sobre la base de un interrogante… ¿Está el progreso real en el regreso al ayer? simplificado… ¿Está el progreso en el regreso?
    Y hablé antes de la memoria histórica «de hoy», porque yo en aquellos principios de los ’70 , pensaba como decía Aristóteles (en mis primeras clases de filosofía del bachiller superior) que el fin último del hombre es la felicidad.
    Yo pensaba, que la felicidad estaba regresando a los momentos vividos, con mis cuatro, siete, diez años, con mi abuelo, montados en su carreta tirada de «Platero» grande y gris, por caminos pilvorientos yendo a la finca de mis tíos. Durante el trayecto mi abuelo contándome historias de su juventud, y llegados a la finca, jugando con los primos y primas bajo la sombra de la enorme y vieja encina centenaria.

    Hoy, veo muy alejados de la realidad aquellos maravillosos años que tuve la fortuna de vivir. Y veo muy cercanos la dictadura globalizadora, todos clonados y adictos al soma. La agenda 20.30 que nos la venden como el «SUMMUM» y nosotros como corderitos desfilando inocentes y obedientes, hacia el matadero. Pienso, que tan sólo nos falta ir bailando y coreando la vieja canción «sur le pont d’Avignon»

    Me asysta la IA, como me asusta el futuro.
    A mis nietos y no nietos les desearía más la vida que tuve el placer de vivir en mi infancia, que la que les espera para vivir a ellos.
    Y no es nostalgia… no.
    Es creer en Aristóteles y en la felicidad natural que viví yo y mis contemporáneos…
    Yo no puedo creer en la felicidad plastificada que les espera vivir a ellos.

    1. Estimado, juan: muchas gracias por tu amable y excelente comentario. Te agradezco que vuelvas por este sitio, y mucho más te agradezco la invitación que me hiciste y que, por diferentes motivos, no pude aprovechar. Me hubiera gustado compartir la experiencia en esa excelente tierra mallorquina con tantos buenos escritores y mejores personas.
      Un abrazo.

    2. Estimado Juan Ferrer:

      Bravo por su artículo. Me identifico totalmente con lo que dice. Ojalá sepamos “amueblar” la IA en nuestras sociedades, como eso, como un mueble más y no como algo capaz de suplantar nuestra realidad y nuestra vida.

      Saludos cordiales.

  2. Buenos días Miguel Ángel, es cierto que vivimos condicionados por los avances de todo tipo, en este caso la IA parece que nos está retando hasta unos niveles desorbitados. Sin embargo, creo que siempre ha sido así a lo largo de la historia, todo nuevo avance necesita su propio período de asentamiento y adaptación. Mientras tanto, habremos de girar unos grados la parabólica mental, para que no acabemos todos enlatados.
    Que tengas una excelente semana.

    1. Gracias, Magda. La verdad es que la tecnología siempre ha sido retadora y aquí seguimos. Quizá la diferencia es que en este caso el reto es la identidad y la realidad, y eso es algo nuevo. Sin referencias sobre cuestiones como verdad, mentira, real, virtual, etc, nos quedamos también sin capacidad de valoración ética, sin certidumbres. En ese punto seríamos un conjunto de individuos (no una sociedad).

  3. Estimado M.Angel: zcomo siempre Leo Tus Excelentes Articulos y Reflexiones!!!!!.
    Tienes toda la Razon’..,caminamos hacia un mundo sin esfuerzo y sin Imaginacion’ con una masa de personajes vacios y Sin Criterio Ni Personalidad….
    Miedo me da’ que lo que Nos Quieren vender…sea el final de Nuestros VALORES YMUCHO MAS’××××××
    GRACIAS siempre!!!

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