Europa, y buena parte del mundo, vive ante el dilema de la guerra. Dice nuestro diccionario de la lengua que dilema es aquella: «situación en la que es necesario elegir entre dos opciones igualmente buenas o malas». Recuerdo, de niño, una vez que llegué del cole con un ojo morado. Mi madre solía decirme que dos no se pelean si uno no quiere. Y cuando me preguntó que me había pasado, le contesté que había seguido su consejo y no había querido pelearme con mi agresor. Confieso, eso sí, que no volví a considerarlo una opción.
Europa tampoco quiso pelearse con la Almena nazi, pero eso poco importó a los agresores. Celebre es el inútil esfuerzo de Chamberlain y su documento en la mano con el acuerdo de Munich; papel mojado del que Hitler se reía en privado mientras preparaba la invasión de Polonia primero, y del resto del continente después. Al menos, la Historia puede decir que se hizo lo posible por evitar el desastre, pero no se pudo.
Occidente mantiene la respiración esperando la mejor solución a la invasión rusa de Ucrania, pero hace bien en prepararse para lo peor. La amenaza de un desequilibrado con pocas diferencias respecto del que la humanidad sufrió hace 80 años, parece muy real. Un megalómano fuera de todo contacto con la realidad, con 70 años de edad, con el botón nuclear y anclado en la añoranza de la gran URSS no es cosa de broma.
Rusia es uno de esos regímenes iliberales, como Venezuela, Cuba, o recientemente Nicaragua. Es decir, sistemas donde el Estado de Derecho ha sido liquidado por una oligarquía que, como en el caso de Rusia, utiliza una serie de herramientas: fraude electoral, represión, corrupción, atentados contra los derechos humanos y, en caso de necesidad, asesinatos. Todo ello, como contra propuesta a las democracias liberales de occidente.
Lo que el mundo se juega en esta ocasión está por ver. Quizá tengamos algo más de suerte, y una bien elaborada operación Valquiria nos libre del desastre de una guerra total. Hablar mientras te bombardean, matan a tu familia, e intentan destruir tu país es complicado. Es la típica solución que dan algunos que, o bien prefieren ese tipo de tiranías, o bien desde su bisoñez acomodada en el sofá y en la moqueta, son aún más ingenuos que el propio Chamberlain.
Atila versus Putin Atila hace 2000 años , allá por la estepa rusa vio amenazado su territorio por la expansión romana y entró a sangre y fuego en Europa hasta la misma Roma. Cuidado la historia parece que se puede estar repitiendo.
A ver, vamos a ver…