El Savoy

Uno de los atractivos de escribir historias es imaginarlas en los lugares donde ocurren los hechos. Pasear por las calles en las que viven los personajes, aman o mueren.

Por ese motivo al montar la trama para «La novia del papa se desnuda», realicé un viaje a Suiza, en concreto a la ciudad de Zürich, para establecer en su espacio real los perfiles de Luitgard, Andrea y del presidente del banco Markus Piaget. Una de las primeras paradas que hice fue en la cafetería del hotel Savoy, en la Paradeplatz. La había visto en internet, y la había imaginado más grande y espaciosa. Pero en realidad, es más bien íntima y acogedora.

También –aunque quizá los sábados la situación es más turística– la tenía por más elegante, o dicho de otro modo, con menos japoneses cubiertos de bolsas de las tiendas de lujo de la cercana Bahnhofstrasse, y menos reuniones informales de gente ruidosa y achispada vestida de cualquier manera. Ocasiones, en las que los camareros se ponen en «modo industrial»: aceleran el paso, inquieren con premura las peticiones a los clientes, despachan las facturas con la eficacia de un bufete de abogados y apenas se preocupan del trasiego de la puerta giratoria, agotada de vomitar y regurgitar cuerpos.

Cafetería del hotel Savoy en Zürich

No se puede decir que Zúrich sea una ciudad cara porque, en realidad, se sale de la escala que todos entendemos como barato-caro. Los precios son, sencillamente, estratosféricos para el común de los ciudadanos europeos. Casi nada cuesta menos de diez euros, ya sea un café cortado o una simple caña de cerveza. Los hoteles, como es lógico, en la misma línea. Así que la solución de alquilar un apartamento para un par de días resultó lo más apropiado.

Una vez establecido, una de las primeras visitas fue a Lindenhofplatz para contemplar el río Limmat desde la pequeña plaza que Luitgard podía ver por la ventana del apartamento. Durante dos días, escenarios, encuentros, almuerzos y sensaciones quedaron fijadas en notas y apuntes tomados lo mismo con la tranquilidad de un aperitivo en una terraza, que durante el trasiego del almuerzo en Didi´s Frieden. 

Luego, al dar traslado de la experiencia al papel, la sensación es extraña. Soy consciente de haber vivido lo que escribo, de haber saboreado las comidas, de conocer de primera mano a personajes reales que pasan a quedar atrapados en la trama. Pero por otro lado, hay una especie de orfandad en el recuerdo, que solo puedo sustituir con la creación literaria de unas personas que solo han existido en mi imaginación.    

2 opiniones en “El Savoy”

  1. Fantástico libro, muy bien argumentado y documentado, tal y como relata el autor en la crónica, con una trama intrigante y unos personajes sorprendentes. Muy recomendable.

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