El violinista del Titanic

          A lo largo de los años he conocido gente con un bucle sobre los hombros. Lo normal es llevar una cabeza más o menos amueblada, ya sea con cabello o afeitada como la mía. Se pueden ver tocadas con sombreros y pamelas para adornar o incluso, como dice el comandante Lara, cabezas colocadas para impedir que el agua de lluvia entre por el cuello. Lo que ya no está tan claro es lo que cada cual lleva en el interior de esta parte alta del cuerpo.

          Yo tenía un profesor en el instituto que nos conminaba a no dejar el cerebro en el perchero antes de entrar en clase. Un consejo, no obstante, que algunos vehementes se negaban a seguir. La comodidad de dejarse llevar sin necesidad de usar materia gris parecía ser el motivo de esa perseverancia. Eran, por lo general, los que aseguraban a final de curso el estar maldecidos por la mala suerte o padecer la antipatía y la ojeriza de los profesores. La costumbre o la comodidad de la pereza siempre les acababa dando disgustos.

          Pensaba en ello esta semana después de ver una secuencia divertida en un programa de televisión. Una concursante de unos veintitantos años se enfrentaba a una pregunta que en 30 segundos debía responder partiendo de una palabra a medio terminar. La pregunta era: «¿En qué año confirmó la NASA la primera caminata espacial de solo mujeres? Y en pantalla aparecían 4 espacios para la respuesta, 2 de ellos ya rellenos con números, así: – – 1 9. La concursante, que puede responder todas las veces que quiera hasta acertar, comenzó a decir: 1919 (respuesta del presentador: no), 1819 (no), 1719 (no) y así agotó el tiempo disponible. La última fecha que dio fue 1219. Usted imaginará el pasmo y el cachondeo del conductor del programa y del público presente, para sorpresa de la concursante que seguía sin entender cómo podía no haber acertado. Quizá sospechando que aquello debió ocurrir en tiempos del Imperio Romano y no tuvo ocasión de bajar más siglos.

https://es.euronews.com/2019/03/20/nasa-confirma-la-primera-caminata-espacial-de-solo-mujeres-de-la-historia

          La forma mecánica de responder tiene una explicación. Quien ha visto ese programa sabe que es frecuente intentar acertar una fecha que no se conoce. A esta persona no le hizo falta pensar si tiene lógica que Julio César cambie la cuadriga y el látigo por la nave espacial y el joystick, eso es lo de menos. Ya se sabe que cuando el tonto coge el camino, el camino se acaba y el tonto sigue adelante (o la tonta). Hemos olvidado la sana costumbre de pensar con lógica, de analizar la realidad delante de nuestros ojos y formarnos un criterio coherente.

          Pocas esperanzas puedo dar para una sociedad con cerebros en bucle, que le vamos a hacer. Hoy en día lo más habitual es encontrarse con quien niega las propiedades del fuego mientras se quema vivo, o atribuye la chamusquina a las cosas de la edad o a un defecto de la ropa que lleva puesta que parece que arde. Nos encanta inventar paranoias para negar la evidencia de nuestro declive. Recuerdo la secuencia primero del Titanic zozobrando mientras los músicos acompasaban el hundimiento y, poco después, de la fractura del coloso tragado por las negras aguas del Atlántico. Mi conclusión, como se pueden imaginar, es que la culpa de lo que nos pasa no es del flautista de Hamelin, sino del violinista del Titanic. 

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