Viajar es para siempre

          Este verano de 2022 se ha convertido en un éxodo global de personas de todo el mundo. Conocemos la causa de semejantes movimientos de población de un lado para otro: las vacaciones de verano. Sin embargo, desconozco las motivaciones que derivan en un desenfreno tan insólito por abandonar el lugar de residencia habitual. No lo entiendo, a menos, que cada uno de nosotros haya recibido el anuncio secreto de una próxima calamidad cercana a nuestras casas.

         Han terminado, o eso parece, los dos años de pandemia, y ha sido como levantar la piedra que cubre el hormiguero o cimbrar la rama sobre la que reposa el avispero. Un despertar de locos, típico de los toques de alarma de incendio en plena hora punta, o de las sirenas de bombardeos aéreos en tiempos de guerra. Un rebote continuo de nuestra mente en la esfera de esa brújula interna que siempre anda buscando nuestro destino.  

          Yo creo que, además de los virus, los seres humanos estamos viviendo continuas mutaciones internas, quizá como efecto secundario de los incesantes requiebros víricos, más propios de transformistas de escenarios que de material genético. Y es como si por efecto imitación hubiéramos decidido volver a la trashumancia y, quién sabe, si nos veremos abocados a una nueva vida nómada.

          El ser humano prevalece gracias a la imaginación y la innovación desde el principio de los tiempos. Cuando han faltado las embarcaciones para navegar hemos tenido a Moisés para abrir las aguas del Mar Rojo, cuando los controladores aéreos se pusieron en huelga lo arreglaron los militares y, ahora que la inflación y la guerra amenaza nuestros recursos, hemos decidido tirarlos por la ventana antes de que se los coma otra enfermedad social o planetaria.

          Movernos de un lado para otro es lo único que hemos hecho siempre, se mire como se mire. Desde que nacemos y, quién sabe, quizá incluso después de muertos, lo único que hagamos sea viajar de un estado a otro. Transformarnos. Nuestra verdadera esencia y razón de ser es la de no permanecer demasiado tiempo en un mismo sitio, ni atados a ninguna forma de vida que no signifique lo que nos aporta el sentirnos libres.      

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