Hoy es día de elecciones europeas, y quizá usted, amigo lector, se haya desplazado en metro para ir a votar si su localidad cuenta con este tipo de transporte. Yo he ido en coche, y la razón es porque en mi pueblo no hay metro. Y es posible, casi seguro, de que en el caso de haber utilizado ese tipo de desplazamiento usted haya caminado un buen trecho, si no algunas manzanas para llegar al colegio electoral.
Las elecciones europeas no despiertan gran interés en la población a tenor de los porcentajes de votos que conocemos. En España desde 1987 casi la mitad del censo no vota, y fue ese año 1987, en el que mayor porcentaje de participación se alcanzó con un 67%. A ver qué tal se da el día de hoy. Lo cierto es que a un alto porcentaje de españoles Europa les coge a desmano, demasiado lejos como para ir a ejercer un derecho del que no tengo claro que perciban el retorno. Es como pillar el metro a sabiendas de que esa línea es de sentido único.
Yo soy europeísta por convicción. Creo que para España fue crítico entrar en la UE, y que dimos un salto de gigante gracias a la solidaridad bien utilizada de otros países para impulsar el desarrollo socioeconómico hasta niveles que no habríamos soñado de otra manera, al menos, en el mismo espacio de tiempo. Fue una lanzadera que nos catapultó hasta posiciones de privilegio en el plano internacional. Luego, no niego que conforme el Parlamento Europeo se fue convirtiendo, como el Senado en España, en un cementerio de burócratas amortizados en sus países perdí el buen rollo con el invento.
Son miles y miles de salarios elefantiásicos que cobra gente que no va a currar a la oficina la mayoría de los días ¿Cuántas veces a visto usted la cámara de casi 800 sillas prácticamente vacías? ¿Qué hacen?, ¿teletrabajan? Yo soy un poco descreído, y más viendo lo que envían nuestros partidos a Europa, lamento decirlo, pero son los desechos de tienta. Los que aquí ya no nos sirven ni para el plató de Sálvame. Supongo que pensarán, total para lo que tenéis que hacer allí vale cualquiera que sepa sobar, comer bien, cobrar a fin de mes y no le importe el mal tiempo a cambio de 10.000 pavos al mes más dietas. Y claro, no es que se apunten en legión, es que se matan porque los apunten.
Aún así no queda más remedio que votar a alguien, o mejor dicho, a un partido que le dé boleto a un grupo de afortunados ellos y ellas a ese retiro dorado de la vieja Europa a punto de caducar. A mi me cuesta trabajo elegir, porque lo cierto es que no hay programa perfecto: el que no adolece de una muela le falta una oreja o le apesta el aliento. Así que hago como usted con la parada de metro: elijo la papeleta que más se acerca a mi destino y me fastidio con esa incómoda distancia que me separa de mi ideal.
Que cierto Miguel Angel, me siento muy identificado con tu opinión
Gracias, Jorge: un abrazo.
Efectivamente allí va el deshecho de tienta, me niego a ser cómplice de elegir a tanto parásito, pero soy europeísta convencido …aunque a veces me cuesta, viendo el ganado que mantenemos en esas poltronas
Coincidimos, Jesús: un abrazo.