Malotes y malotas

          A mí, personalmente, con lo que me ha llovido encima me la soplan en fila de a dos los malotes y las malotas. Sin embargo, aunque solo sea por una cuestión de higiene mental, no puedo dejar de opinar sobre la insistencia de las modas entre los guionistas e inventores de historias. Una forma de operar que no es nueva, ni mucho menos, pero que satura hasta peligrosos niveles de hartazgo y que, quizá, no sea tan inofensiva como una simple canción.

          Nos hemos comido ya un par de millones de libros, pelis, chupi docus y demás acerca de la mujer maltratada y luego empoderada, super talento, genia donde las haya que escapa de las garras del machista malo malísimo, cabrón, abusador, borracho y perdedor y de todo lo peor y por su orden. Así, de manera genérica y sin distingos. Y…, ahora que la marea amaina, toca subir a los cielos a los narcos y las narcas. No sé si como ejemplo para los bachilleres que no tienen claro qué estudiar, o por simple sevicia de las productoras. 

          No hay canal que no tenga entre sus series favoritas unas cuantas sobre delincuencia organizada y criminales. Hasta aquí todo sería normal, son situaciones habituales, por desgracia, en el mundo en el que vivimos. Pero eso sí, presentados como ganadores. Los narcos y narcas de las series son guapos y guapas, viven en mansiones maravillosas y asisten a fiestas lujosas, y se enamoran y chingan como perros y perras en sitios maravillosos. Tienen incluso su descendencia que llevan a coles privados de élite junto con los hijos de los gobernantes progres, y hacen dieta sana y vegana. Son, por así decir, un ejemplo de vida a seguir.

         Se contrapone a ese modelo idílico el policía greñudo o con pinta guarra de no dormir y no afeitarse, fumador y bebedor, por lo general separado por su culpa, obviamente, y con problemas familiares por no pagar la pensión. Además, como es lógico, tiene la amenaza sobre su cabeza de perder la placa por hacer algo inconstitucional para detener a los malotes y malotas. A todos nos queda claro que no es un tipo (siempre hombre) que sea de fiar.

          Este patrón, que se repite ad nauseam, se deja muchos pelos en la gatera. Y lo que es peor, no se hace en su relato el menor cuestionamiento a los cuquis narcos y las cuquis narcas. Casi, doy por sentado, que viendo una de estas repetitivas series dan ganas de no estudiar una carrera universitaria. ¡Ojo! Que yo soy de los que defiende la libertad de argumento en la ficción, pero lo que no tengo tan claro es que los empresarios que compran y distribuyen la misma mierda una y otra vez estén haciendo bien su trabajo, por una simple razón: vista una, vistas todas. 

10 opiniones en “Malotes y malotas”

  1. Das de nuevo en la diana, es algo que he discutido con mis hijos tras ver la serie «La casa de papel» con ellos. Todos héroes, todos salen impunes de sus fechorías. Secuestro de escolares, violaciones, robo de todo el dinero del país… Y aún así, nos muestran a una sociedad que los jalea, que los trata como héroes, por el simple hecho de ser antisistema. Adoctrinamiento en vena.

      1. En las ruedas de molino con las que nos hacen comulgar….tienen inoculadas sus narco-chupi-historias …..y lo peor es que nos las tratamos y decimos amén…nauseabunda la sociedad que estamos dejando….

    1. Efectivamente el argumento y los estereotipados personajes, principalmente el del policía aburre hasta la náusea.

  2. Querido Miguel Ángel: en mi opinión ahí hay dos intereses muy importante que son, la política, y las pasta mucha pasta (incluida subvenciones) que tiene una alta rentabilidad.
    Un abrazo

  3. Por acá esta hace pocos años se ha puesto de moda. Sin embargo en Latinoamerica con los narcos colombianos, mexicanos, etc. y etc. comenzaron a endiosar a estos señores antes que llegará el siglo XXI. Por supuesto que dejé de consumir ese tipo de producciones porque como bien dices visto una, visto todas. Pero como he escuchado hay gente pa’ to’. Lo malo es cuando se hace ver que ese el valor y el ejemplo que te puede llevar al logro de tus sueños. Muy lamentable, vivir en la sociedad de los antivalores.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *