El gran escritor, Premio Nobel de literatura, José Saramago escribió en el año 1995 una obra singular titulada Ensayo sobre la ceguera. Recuerdo que la primera vez que la leí, cosa que he hecho dos veces, pensé en lo fácil que sería que algo como la pandemia blanca ocurriera en nuestras vidas, y lo poco que tardaríamos en ver efectos idénticos en la sociedad. Una pócima nebulizada desde los gobiernos capaz de obstruir cualquier vestigio de luz en el cerebro de gran parte de la población.
Personalmente, y después de la rachita que llevamos, estoy convencido de que la maquinaria de ingeniería del condicionamiento social ha logrado efectos similares. Por un lado, una gran cantidad de rebaño inmunizado. Da igual lo que llegue a la opinión pública, como ocurre en las sectas, el individuo ha sido anulado y su razón ya no rige por criterios de objetividad u observación: lo único que actúa es el sectarismo y la obediencia ciega. No niego, y solo hay que ver a esos pobres ministros arrastrados por los medios, también el miedo. En Alemania, después de la II Guerra Mundial, fue necesario un proceso de desnazificación con grandes masas de población superviviente.
Por otro lado, una perturbadora puesta en escena de las acciones más abyectas y contrarias a la decencia democrática, pero que se pretende que se den por buenas. Todo, siempre que el sanchismo no acabe. Idéntica maniobra a la usada por el nacional socialismo hasta su hundimiento. El disidente es aniquilado o silenciado, cualquier maniobra sicaria es válida, y por todos los medios intentar ocupar las instituciones sin límite y sin respeto al reparto de poderes democráticos.
Pensaba esto porque en la España del sanchismo (o nuevo fascismo si prefieren), ya estamos en ese nivel. Obvie usted decir nada de las mil tropelías de la mafia porque solo encontrará 3 palabras: bulo, fango y ultraderecha. Un mantra en forma de trío que ocupa toda la capacidad sináptica de unas redes neuronales que, quizá como ocurriera con el pasado apagón, han colapsado en algún momento y nunca sabremos el porqué, ni de lo uno, ni de lo otro. Y casi mejor renunciar al intento, su única salvación será el suicidio colectivo o la dessanchificación, cuando descubran que han formado parte de un intento de destrucción de su propio país.
La sociología moderna lo acabará estudiando en el futuro. Cómo un Estado de derecho pudo estar a punto de sucumbir y autodestruirse con el beneplácito de buena parte de la población. Sosteniendo en el poder al Jocker enloquecido, capaz de inventar realidades paralelas con el único objetivo de esconder su siniestras maniobras.
Y lo que nos queda por ver y padecer a los que estamos fuera de la secta.
Eso me temo.
Debe ser bastante barata la anestesia social….o les sale casi regalada por la cantidad de dosis que compran y nos inoculan…..Mal vamos.
Tu alimenta a la de los ojos negros por si acaso, 🙂