A mí no me gusta la marcha atrás, en la mayoría de los ámbitos de mi desarrollo profesional y personal siempre he intentado tirar para adelante. Como es lógico, con resultados desiguales según el caso. Las consecuencias de la marcha atrás para un individuo concreto son un asunto particular, pero cuando son las instituciones, los reglamentos o las normas de convivencia las que caen en ese retroceso, la cosa es más peliaguda.
Hace unos días, supimos por los medios de comunicación que la Dirección General de la Policía eliminaba las pruebas de ortografía en los exámenes y oposiciones para el ingreso en el cuerpo. Y hace unos meses, desde Educación se aprobaba una ley para que los alumnos puedan pasar de curso sin aprobar unas cuantas asignaturas. Me pregunto cuánto falta para que los títulos de Bachiller o incluso Grado se puedan adquirir en el Mercadona, por ejemplo.
Esta semana un insensato de 15 años, de esos que lo lleva todo suspendido porque se la toca a dos manos y no estudia, que solo le interesa la pantalla del móvil o el ordenador para los juegos bélicos, el porno y el wasapeo, asesinó a tiros a toda su familia porque le habían castigado sin acceso WIFI. Entre ellos, mató además de a su padre y a su madre, a una hermana de tan solo 10 años. Estas bestias, paradójicamente, son fruto de no haber metido a tiempo la marcha atrás.
Yo no sé muy bien que orden de cortocircuitos mentales obran en las cabezas pensantes que, llevados no sé si de un buenísmo excesivo o pura gilipollez, acaban tomando ese tipo de decisiones para que un cenutrio salga del instituto con el título de Bachiller en la boca y sin saber apenas escribir, ni hablar más allá de emplear cuatro monosílabos que bien podrían ser el quejido de una acémila.
Lo mismo es por sentido del humor. Prefiero pensar que será eso, que estas mentes privilegiadas que han sido tocadas por la mano del divino, pensaron: pongamos humor al conocimiento. Así, cuando un policía le haga la prueba de alcoholemia a un conductor y le multe por conducir hebreo, el afectado se podrá defender en el juicio con el argumento de que no está circuncidado y su prepucio sigue intacto, y todo será un festival de risas y malos entendidos, antes de ir todos juntos a celebrar con unas cañas el talento progresista.