El tren de la escoba era una de las atracciones de feria más apreciadas por los niños de mi generación. Cada primavera, cuando las calles del sevillano barrio de los Remedios se llenaban de casetas, luces y farolillos de papel, uno de los rincones preferidos por la chiquillería era la calle del Infierno. Un laberinto de atracciones que iban desde los coches locos y sus bocinas estridentes, a los esperpentos del monstruo de Guatemala o la mujer barbuda. Un desenfreno de ruidos, gritos y olores a algodón de azúcar, a rebujito y a las plastas que soltaban los caballos para regocijo de los moscones negros.
En esa calle mágica el tren de la escoba hacía las delicias de pequeños y mayores. Un tren descubierto que realizaba un breve trayecto circular, entrando y saliendo de una gruta o túnel ficticio en el que un tipo mal disfrazado de bruja repartía escobazos al personal que trataba no solo de evitarlos, sino también de hacerse con la escoba y atizarle a él. Por unas cuantas pesetas de entonces, pasabas dos o tres minutos de divertido estrés evitando sustos o recibir algún palo de la escoba aunque sin ánimo de dañar, como es lógico.
La profesión de aquellos feriantes y buhoneros se aprendía transmitiendo los conocimientos de padres a hijos. No eran gentes de estudios ni escuelas de negocios de prestigio. Con frecuencia, los carteles en los que anunciaban sus espectáculos o el precio de un tique contenían tantas faltas de ortografía que costaba descifrar lo que se decía, salvo leyendo de corrido en voz alta y deduciendo el significado por el sonido.
De todos aquellos años en que visité la calle del Infierno, no recuerdo ninguno en que el tren no entrara por el hueco de la gruta artificial, o se quedara atorado a la salida. Cosa que de haber ocurrido, habría aprovechado la bruja para repartir escobazos a diestro y siniestro. Pero no, aquella maquina cargada de padres con sus hijos, de adolescentes gritones y algún que otro beodo, siempre pasaba por donde debía y regresaba al punto de partida.
Hemos tenido que esperar a bien entrado este siglo de la tecnología para ver algo tan insólito. Para gastar de dinero público casi 300 millones de euros en unas locomotoras que debían llevarnos a la tierra de las anchoas, y descubrir que no entran por los túneles de la red ferroviaria que va a Cantabria. Es surrealista. Desconozco qué clase de Pepe Gotera y Otilio han sido los iluminados del encargo, pero me lo imagino y siento una profunda tristeza. Porque esto ocurre en un país que se desangra de paro, con los autónomos sometidos a puro saqueo, con los impuestos en modo esclavo, y soportando la soberbia de una zahúrda de niñatos y niñatas cobrando sueldos de seis dígitos para que hagan, tanto las leyes como los pedidos que pagamos entre todos, con el mismísimo culo.
Sin palabras!!! decadencia, despilfarro y desvergüenza, nos parecemos a un imperio que se fue literalmente a la mierda!!!
soy autónomo, saqueado😡😡!!
De momento es lo que hay.
Perfecta introducción para el desastre de los trenes a Cantabria.
Y eso es de lo que nos enteramos, cuanto más habrán malgastado es desastres parecidos y no los enteramos.
Otro autónomo saqueado.
Una ministra actual dijo que el dinero público no es de nadie. No sé si con eso basta para hacerse una idea.
Carmen Calvo concretamente.
esto es la casa de tocarme Roque ,que año más largo y pesado se mos va hacer ,esperemos que al final la gente sea consciente y podamos empezar arreglar esto un poco
Esperemos.
Ni el propio Francisco Ibáñez habría parido un despropósito mayor……Sería de chiste si no fuera tan bochornoso ni avergonzante el desdén con el que malversan los dineros que según dicen son de nadie…… Humillante cómo siguen maltratandonos a los de «provincias»…. y lo dice un Extremeño, y por ende, sufridor crónico ferroviario…..
De traca
Creo Miguel Ángel, que ya lo has dicho todo. Tan claro y tan alto que ya no necesito desgañitarme yo.
Lo peor de todo, que nadie pagará el plato servido. Bueno sí, nosotros otra vez, cargaremos con el mochuelo, encima pagamos multas por nuestros errores, y más impuestos por los suyos.
Pué ná, compís… ya sabé ¡a votáes otra vé!!
😡😡😱😱😭😭
Esto es un circo sin ninguna gracia, Juan.