Esta semana, como todos los años, las redes se han llenado de memes y monsergas variadas sobre el día de los enamorados. Un invento muy celebrado por los grandes almacenes y floristerías. Un día, como otro cualquiera, pero en el que como buenos animales de costumbres nos hemos regalado halagos, besos y rosas para agasajarnos, cada cual a quién le parece que lo merece o a la persona que estima y le tiene conquistado el corazón o la cartera. La cosa, como siempre, va por barrios.
Hay mucho debate conocido entre qué es amar o estar enamorado. Cosas que como usted, estimado lector si tiene algunos años, ya sabe que son muy diferentes. Uno elige a quién amar, pero no de quién se enamora. Puede parecer contradictorio, pero no lo es. Amar exige voluntad y trabajo cotidiano, mucho más allá de una fecha señalada. Es, por así decirlo, un ejercicio de la voluntad y la convivencia. Amar requiere respeto por la otra persona, reconocimiento, apoyo y voluntad desinteresada en las duras y en las maduras. Amar se construye amando.
Pensaba esto porque el enamoramiento, a diferencia del amor, es una patología transitoria. Una enfermedad, que como otra cualquiera, uno no la elige. Enamorarse es un trastorno de la mente que te deja indefenso y te jode la vida por un tiempo. Se convierte en un pensamiento obsesivo, aderezado de cambios bioquímicos y hormonales que le convierten a uno en un pelele dependiente de la otra persona. Los enamoramientos han provocado duelos, traiciones, suicidios y toda clase de conductas enajenadas.
La buena noticia es que el enamoramiento, como antes decía, es transitorio. Como toda enfermedad se cura o te mata. Enamorarse no tiene términos medios, no es negociable, y no conoce tregua o descanso. El amor pertenece al territorio de la razón, mientras que el enamoramiento es cautivo de la locura o la sinrazón. La transición entre lo uno y lo otro, cuando la hay, tiende al fracaso con frecuencia, porque extinguida la llama los rescoldos requieren de un soplo continuo para que el calor no se apague. Amar requiere talento e inteligencia.
Del enamoramiento al odio hay apenas un paso, ese que sienten los adictos a la dopamina cuando les escasea la sustancia que activa la locura. Con la edad se aprende que amar es lo más saludable y lo que lleva a las personas a los niveles más elevados de convivencia. Eso que te hace dormir tranquilo y en paz, y así poder pensar y admitir que sin haberse enamorado hasta las trancas ni se ha vivido, ni la vida habría tenido ningún sentido.
Totalmente de acuerdo Miguel Ángel . . . .
Gracias, colega.