Marimacho

          Cuando yo iba al cole siendo adolescente el wokismo no existía. De USA lo que se importaba era el Winston y las películas de indios y vaqueros. De hecho, los niños solíamos pedir en Reyes, entonces Noel no había nacido, el equipo de shérif con su cinto repleto de balas y el revolver, además del sombrero y la estrella de seis puntas para prenderla de la pechera con un alfiler. Las niñas eran más de muñecas y cocinillas. Ninguna pedía unos guantes de boxeo. 

          Cierto es que, como en todas las épocas, había niños que se pirraban por echar mano a las cocinillas y las muñecas, y niñas que pasaban de esos juguetes y eran más de jugar al fútbol. El balón de reglamento, que así lo llamábamos, era otro de los regalos estrella de los niños junto con la camiseta del equipo preferido y las botas de tacos. Se hacía raro ver niñas jugando al fútbol, ¿quién nos iba a decir que las hijas de aquellas niñas acabarían siendo campeonas del mundo?

          Pensaba esto porque por aquel entonces a las niñas que se salían del carril los niños nos referíamos a ellas como marimachos, término hoy recogido por la R.A.E y que se refiere de manera despectiva a las niñas que se comportan y actúan como niños. Por suerte, con los años y la cultura de la igualdad bien entendida, las conductas y actividades de las personas no definen ni identifican el sexo de quienes las realizan. Tenemos hombres que son los mejores cocineros del mundo, y mujeres campeonas a nivel mundial en muchas disciplinas deportivas.

          Pensaba esto porque el wokismo como disparate, que no como ideología, nos quiere hacer comulgar con ruedas de molino. Lo vimos esta semana cuando un hombre embutido en un cuerpo de mujer, con cuerpo de hombre, cara de hombre y bíceps de hombre, de un solo puñetazo en menos de 30 segundos dejó K.O a la boxeadora italiana. En este caso, pensé, no se puede hablar de un marimacho porque no es lo que hace, sino los atributos fisiológicos y hormonales los que la acercan más al sexo masculino que femenino.

          Como quiera que sea, esa deportista encuadrada en torneos femeninos no tiene permitido competir en boxeo a nivel mundial, pero se «coló» en las Olimpiadas creando una situación injusta que ninguna feminista woke ha salido a criticar. No dudo que veremos a mujeres trans con barbas y bíceps como los de Tyson masacrando a chavalas de toda la vida en el ring para regocijo del wokismo pero, que quieren que les diga, para mi la argelina no es un marimacho, es un macho con vagina.     

8 opiniones en “Marimacho”

  1. Se ha perdido el sentido común , y por supuesto la ley de igualdad no tiene nada que ver con este boxeador/a , que no es otra cosa que jugar en desigualdad .Todo esta ola de locura de falta de sentido común y de inmoralidad , tarde o temprano nos llevará a un caos irremediablemente.

  2. Muy de acuerdo con tu artículo, mi estimado Miguel Ángel. Es una pena que las tonterías ideológicas de hoy día nos lleve a este tipo de situaciones en un evento deportivo tan importante como son las olimpiadas.

    Soy de la opinión que si queremos ser justos y hacer las cosas bien entonces tengamos competiciones masculinas, femeninas y de género indefinido donde se reunan todos aquellos individuos que no entran en las categorías anteriores.

    1. Si se tiene que abrir un debate sobre evaluación biológica de los competidores debería abrirse, pero si desaparece la justicia competitiva no hay espíritu olímpico ni deportivo.

  3. Que cierto Miguel Ángel, pero la LGTBI te puede fundir, se le ha otorgado un poder ilimitado y sin lógica razonable, es la vida.
    Un abrzo.

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