Todos hemos oído, leído e incluso reído con las teorías de la conspiración durante la última pandemia global que nos sacudió de lo lindo. Un repaso en toda regla a la prepotencia humana y la falta de previsión que costó 15 millones de vidas solo durante los primeros dos años, según Naciones Unidas. España estuvo, como otras veces lo está en fútbol, a la cabeza del desastre, la manipulación informativa y el número total de muertos que, según el gobierno y sus palmeros, fueron sobre todo asesinados por la presidenta de Madrid: la señora Ayuso, que cada vez que hay elecciones les pasa la mano por la cara.
Nos comimos como campeones dos encierros inconstitucionales durante meses (por eso cambiar el TC), nos jamamos igualmente más años de mascarillas que de antigua mili, para ver si Koldo y su mafia ministerial liquidaban el stock chino, nos dejamos comer la oreja por el tonto Simón de un caso o dos como mucho y, además, aplaudimos como focas en los balcones según el tum tum de los tambores de un tipo que salía a darnos charlas paternales de una hora sin haber ganado nunca unas elecciones. Ni para presidente de su comunidad de vecinos.
Pensaba esto después del bochornoso espectáculo de esta semana. Un prófugo de la justicia perseguido por delitos de extrema gravedad. Un delincuente internacional con orden de detención, que se mea en la cara de un país como España y lo hace en directo. Anuncia su agenda: cuándo viene, dónde da la charla pública televisada y, con las mismas, se va y se ríe de todos nosotros a la mansión que pagamos con nuestros impuestos. Allí supongo se saca la chorra de nuevo la moja en cava catalán y se la limpia en las cortinas decoradas con la bandera española.
Yo no creo que así por las buenas la humillación pública sea algo soportable de forma natural. Hoy, y con razón, le dices a un tipo amanerado maricón en un bar, o guarra a una que parezca una guarra de pago y acabas con grilletes en el calabozo. Después acusado de un delito de odio (nadie sabe cuál es el baremo ni el tipo objetivo), y lo mismo arruinado y maltratado. Eso si no te han metido antes una paliza el dueño del bar y sus amigos, dependiendo de si estás en La Moraleja o en Rivas Vaciamadrid.
Yo creo que nos metieron el chip, ya me jode darle la razón a Miguel Bosé, pero no hay otra explicación. Los humanos siempre tuvimos dos cosas que nos caracterizaban: la capacidad de vivir en sociedad, y el acecho preventivo para que no nos convirtieran en rebaños ciegos y rendidos. Nunca imaginamos que una masa amorfa de carne a 36 grados sería capaz de tragar con todo sin rebelarse, sin hacer como en otras épocas hizo: darle caza al traidor y sus valedores y colgarlos por los pies en plaza pública.
Te tengo avisado que, después de cenar un codillo con todos sus habíos, es muy malo acostarse del tirón y no esperar a hacer la digestión, acompañada de un (1) malta de 12 años mínimo.
Almax en sobres va muy bien.
😜
Pagarán, como siempre, los que vengan que a la postre, se lo comerán ya cocinado.
Querido Miguel Ángel, soy de tu opinión pero es lo que tenemos y personal aguanta, manda huevos
Es lo que hay.
Sí, las vacunas idiotizantes.
La mejor vacuna, me parece, es leer.