Los niños de mi infancia teníamos una cantinela que decía algo así como: «Ahora que vamos despacio, vamos a contar mentiras tralará (bis), por el mar corren las liebres, (bis), por el monte las sardinas, tralará, (bis)». Y esa debió ser, aunque entonces no lo sabíamos, la forma precursora de la creación de la posverdad o el relato, que se dice ahora, sobre todo, periodístico o como se llame lo que hacen los medios que dicen informar.
Pensaba esto porque he leído este mes dos libros que considero esenciales para cualquier cabeza pensante, casi como terapia detox de la razón y por higiene mental. El primero se llama «La muerte del periodismo» y lo escribe el periodista Teodoro León Gross. Es difícil que alguien clarifique el punto en el que se encuentra la propia profesión, sobre todo, cuando es en el estercolero intelectual y económico que obliga a prostituirse (léase en modo metáfora), con cada trabajo, noticia, o actividad diaria.
El autor describe como el periodismo, torpe y lento en su adaptación a los nuevos medios: plataformas, desaparición del formato papel, Youtube, redes sociales que transmiten en directo etc…, perdió ingentes cantidades de dinero en publicidad y pasó a depender de las subvenciones a cambio de venderse al mejor postor. Publicidad institucional que pagamos todos, al margen de que sean de un signo político u otro. El resultado, contenidos panfletarios que, según el autor, nunca gozaron de tan baja credibilidad en la población. Y caen en picado.
Lo cierto es que el nivel es paupérrimo en las universidades igualitarias, donde todo el mundo tiene que aprobar por ley, o se puede ser catedrática sin estudios universitarios. El resultado es que una reportera diga por televisión que: «Acaba de llegar el rey Felipe ví (del verbo ver donde dice VI en números romanos en el titular), y ese es el rasero quizá más ridículo de la profesión.
El segundo libro es de Jano García, titulado El rebaño e introduce un concepto curioso llamado «Alogocracia», en el que narra sin pelos en la lengua como avanza la sociedad plutocrática que el rebaño hace posible casi sin darse cuenta. Como la masa sometida a base de pienso ideológico, paguitas igualitarias, ataques a la meritocracia, wokismo desquiciado y otras argucias de la ingeniería social hacen posible el derribo en el que van quedando los Estados fallidos como el francés, el húngaro o el español, por no saltar el charco hasta Venezuela y la mafia del grupo de Puebla dirigido por un desaparecido ZP.
Aquí les dejo el nuevo himno por si gustan echar un baile:
Sí Miguel Ángel, muy acertado tu análisis, te ha faltado poner hasta donde se ha politizado a la justicia, que es la referente en un estado de derecho, muy pero que muy pobre es la situación intelectual de nuestro país ……
Esa es la última barrera de libertad.
El problema mi amigo, es que la mentira está joven y vive de las trampas.
La verdad envejeció, ya nadie la quiere, se volvió nostalgia.
la forma de engañar a las dos es hacer literatura, que aunque es engañosa no hace daño.
Y que, además, refleja la verdad.
Como siempre muy acertado, mi estimado.
Qué pena que una profesión como el periodismo pierda el objetivo y razón de ser. Y con ello quede en el olvido el trabajo responsable de buenos profesionales que expusieron y hasta perdieron sus vidas en aras de la verdad.😔😔
Así es, estimada amiga.