La oveja negra

          No me tengo por un experto en comparsas, de hecho, he de confesar que nunca he tenido la suerte o la oportunidad de acudir a Cádiz durante los carnavales. Sin embargo, si me gustan estos fenómenos sociales por lo que tienen de manifestación de los sentimientos cotidianos, o de muestra del hartazgo de una clase política o un gobierno cada vez más alejado de la cordura y la vergüenza torera.

          En el carnaval de Cádiz, Antonio Martínez Ares domina esta modalidad de chirigota introducida en 1960. Es una variante más fina y elaborada que el resto de manifestaciones carnavalescas y, como ya anticipé hace unos días, este año tenía pinta de ir a ganar de nuevo. El título de la comparsa, de la que hoy traigo un fragmento impagable es: La oveja negra. Y Antonio Martínez Ares ha vuelto a hacerlo. Ha ganado.

          Se trata de un mensaje que sale de las entrañas, del hastío de no poder hacer nada o casi nada con quien te engaña en la cara a diario como si no existieras. Y no nos equivoquemos, a mí podrá dolerme saber que a un amigo lo engaña algún desaprensivo, pero engaña a mi amigo no a mí. Del mismo modo que a mí y a millones de españoles no nos engaña quien gobierna, engaña a sus votantes. Nosotros, los que no le votamos, ya teníamos claro de qué pasta estaba hecho, a qué venía y lo que cabía esperar.

          Vivimos tiempos en el que la piel se ha vuelto tan fina como una capa de cebolla, por algo será. Lo mismo es porque al quitar una sola capa hay quien ya se echa a llorar por su mala cabeza al no querer verlas venir, o porque teme que su suerte cambie y del chollo al hoyo solo haya un traspiés en forma de urnas. Aún así, Martínez Ares ha dado en el clavo de la sensibilidad de una tierra que no es precisamente conocida por su fachosfera. Término con el que el presidente del país y sus palmeros insultan desde la minoría que son, a la mayoría de los españoles.

          Una frase es clave en esta comparsa: «Soy rojo, pero no confío en tu palabra». Dicen los intérpretes en alusión directa a quien gobierna. Sorprende al sapiens normal y corriente que se sorprendan declarándose rojos, sin embargo es una confesión enardecida de hasta dónde llega la indignación. Martínez Ares mereció el reconocimiento a la valentía de poner en boca de la comparsa el sentir general, y por ello obtuvo no solo el primer premio, sino un teatro Falla enardecido y aclamándoles como si Braveheart acabara de recorrer la formación antes de la batalla. Les dejo con ese momento:

 

 

5 opiniones en “La oveja negra”

  1. Muy bien los Carnavales de Cádiz 👏 👍 👌
    No se celebran como en mi país pero la única vez que he estado lo he disfrutado mucho.
    Y si desde el jolgorio y el festejo se puede liberar el dolor contenido, que haya más carnavales.

    1. Hola, Gracias por el comentario. Yo no tengo tradición carnavalera, pero es un retrato social digno de ser observado, por ejemplo, en las chirigotas y comparsas.

  2. En los muchos años que llevo viviendo en Sevilla, solo dos veces he ido a los Carnavales de Cádiz, y como vale la pena. Lo recomiendo absolutamente. Es toda una experiencia maravillosa.
    Estoy muy de acuerdo en que, en ocasiones, como esta, el uso de la palabra, la ironía, el humor, la sensibilidad, la maestría y el talento desembocan a chorros y ponen música y ganas, al dolor de un pueblo que se siente engañado, traicionado y moneda de cambio frente a unos pocos.

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