La Boa constrictor es un reptil perezoso y dormilón la mayor parte del tiempo. Sin embargo, no es un animal del que conviene fiarse, ni por su tamaño ni por sus intenciones y estrategias asfixiantes. En Venezuela se la conoce como tragavenado y en Ecuador la llaman matacaballos. Su técnica predadora es sencilla: acabar con la presa asfixiándola a base de estrujarla y matarla por estrangulamiento por constricción. Este método y su resultado, un tanto cruel por lo lento en la ejecución de la presa, le permite engordar y alcanzar tamaños descomunales.
Pensaba esto escuchando el runruneo constante desde hace tres o cuatro años en los medios de comunicación, y últimamente con una insistencia cada vez más agobiante. También en las tertulias y en los mensajes publicitarios, acerca de lo que nos conviene hacer como sociedad. Para resumirlo en un solo titular es algo así como: «vaya usted a menos, encójase». Es decir, no solo no se venga usted arriba sino que haga lo posible por venirse abajo. Involucione, porque ese es el camino del progreso que le proponemos.
Son innumerables los impactos recibidos, pero por hacer una pequeña recopilación: no ponga la calefacción y tápese con una manta más gorda; confórmese con una subida del sueldo del 2% y pierda poder adquisitivo por un tubo; no coma carne ni «guarreridas» de esas y hágase vegano o Inca o algo por el estilo; prepárese para la sacudida cada vez más despiadada del IRPF o, no digamos ya, de la cuota de autónomos. Y si se hace mayor, lo mejor es que comparta piso como los estudiantes… Y sí, eso es, además desabróchese la corbata que contamina mucho.
La boa constrictor engorda despacio, tiene una larga digestión porque es capaz de comerse lo más grande, pero rara vez se exhibe en público. Es un animal reservado, que no es lo mismo que hacer el animal de forma habitual en los reservados. No enseña ni le hacen fotos de sus barrigas colgantes y peludas, mientras se lo mete todo por la boca o por la nariz o por donde le quepa. Tampoco pide para su futuro, ni para sanidad ni educación. Solo come, todo lo que puede y luego se acuesta. Después de todo, lo hace para sobrevivir.
Nuestras boas nacionales no son tan grandes pero aprietan mucho más. Asfixian a la presa hasta dejarla escuálida, a base de engaños, mentiras, corruptelas, orgías y drogas, mangadas y enchufes a saco y muchas mentiras o, mejor dicho, solo mentiras. Viven en su mundo de traiciones, asaltos a las instituciones y muchos impuestos, muchos, muchos… para engordar como boas insaciables mientras nos anuncian un futuro insostenible. Ojalá Indiana Jones no tarde mucho en llegar.